domingo, septiembre 03, 2006


Dominio Público

Mea Culpa del PRI

Por Fausto Fernández Ponte



I
COMO sabríase, el Partido Revolucionario Institucional fue el gran derrotado en las elecciones de hace dos meses. Y esa derrota lo ha llevado al borde mismo de su extinción.
Ese desenlace electoral tan dramáticamente desfavorable y el peligro de desapareción ha creado crisis de identidad y agudizado las inseguridades en sus cúpulas y bases.
Empero, existe una gama variopinta de percepciones con respecto a la magnitud del distanciamiento --o divorcio-- del PRI con respecto al pueblo. ¿Qué tan profunda es esa brecha?
Hay acuerdo en que existe un distanciamiento del pueblo en lo ideológico y lo político. No hay duda de ello. De que esa realidad es insoslayable parece ser la convicción general.
Y esa convicción adviértese lo mismo en las élites en la cúpula que en la militancia llana y rasa, sea ésta obrera o campesina o la englobada en el llamado sector popular.
En este sector --conformado por miembros de los estratos medios y superiores de la clase media-- se han originado los presidentes de México desde Miguel Alemán a Ernesto Zedillo.
Cincelados ideológica y políticamente por los valores de tales estratos y educados, muchos de ellos, en Estados Unidos, reorientaron el rumbo histórico del PRI.
Así, desde Alemán hasta el señor Zedillo, esos mandatarios heredaron de sus antecesores revolucionarios la infalibilidad incuestionable, la disciplina y el culto a la personalidad.


II
Heredaron también las potestades metaconstitucionales que le permitían ejercer un poder inigualable e incomparable en el mundo. Eran monarcas absolutos.
Pero sus predecesores actuaron en congruencia con las experiencias y vivencias formativas de su clase social, pues casi todos devenían de estratos bajos o proletarios.
Llevados a ese poder tan alto y tan enorme, dado a un Presidente de México precisamente para responder a retos del atraso histórico, estos hombres de la Nueva Clase fallaron.
Y la falla consistió en que, salvo excepciones muy notorias, perdieron de vista la meta de acentuar y extender el carácter social del Estado mexicano.
Y es que, formados en la crematística de la tecnocracia y sin sensibilidad social alguna, sino lo opuesto, de derecha, los presidentes de la Nueva Clase erraron garrafalmente.
Erraron de tal guisa aviesa y premeditada que, a nuestro ver, incurrieron incluso en actuaciones que tipificarían el delito gravísimo de traición a la patria.
Abrazaron el neoliberalismo, ora de motu propio, ora forzados por el gobierno de Estados Unidos y trasnacionales estadunidenses y la gran oligarquía mexicana e internacional.
Y al hacerlo, modificaron en la práctica los objetivos socioeconómicos de la Revolución Mexicana, plasmados en la Constitución, a la que le hicieron más de 600 cambios.
III
Estos hombres de la Nueva Clase identificábanse más con los imperativos ideológicos y políticos de la derecha que de la izquierda bajo cuyo signo nacieron los progenitores del PRI.
Esos progenitores --los partidos Nacional Revolucionario (1929) y de la Revolución Mexicana (1938)-- no tienen nada que ver con el PRI que fundó Alemán en 1946.
Los presidentes de la Nueva Clase han sido afines, ideológicamente, a Vicente Fox y Felipe Calderón, lo que explica la alianza PAN-PRI en la Cámara de Diputados.
Esto nos lleva al predicamento actual del PRI. A intramuros de ese partido piénsase que la instrospección que realiza los llevará a asumir su irresponsabilidad. Mea culpa.
En una de las mesas instaladas como parte del ejercicio introspectivo, coordinada por Humberto Roque, se planteó que en los hechos el PRI se volvió contra la Revolución Mexicana.
En esa misma mesa --realizada el 25 de agosto-- se concluyó que el PRI debilitó al Estado, empobreció al pueblo y puso fin a las conquistas históricas de los mexicanos.
La derechización del PRI y el Estado se aceleró en los sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y el señor Zedillo. Ha sido continuada por el señor Fox.
Ello explica nuestros bretes, la derrota del PRI, la crisis del poder actual y la emergencia de Andrés Manuel López Obrador y la polarización corriente.
Glosario:
Brete: aprieto sin evasiva