Asimetrías
Fuerza y Violencia
Por Fausto Fernández Ponte
Una, la imposición --por la fuerza de la violencia-- de un gobierno dictatorial bajo guisa falazmente democrática para salvar a los pueblos de la "amenaza" del "comunismo internacional".
Y, otra, la prevalecencia --también por la fuerza de la violencia-- de un grupo de poder, por lo general hamponil y dictatorial, bajo camuflajes y otras simulaciones de valores democráticos.
Hoy, esas imágenes vivenciales se sitúan otra vez en primer plano en la memoria del escribidor, rescatadas del acervo experiencial: Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, etcétera.
En esos años, el escribidor entrevistó a no pocos de esos dictadores --el paraguayo Stroessner, el decano; Livingstone, el argentino; el peruano Velasco Alvarado, y muchos otros--.
Y todos, sin excepción, exaltaron su amor a la democracia y se describieron a sí mismos demócratas. Sólo Velasco se aceptó dictador mediante un sofisma patético: "Yo dicto lo que me dicta el pueblo".
A Stroessner, este escribidor le inquirió: ¿Cómo reconcilia usted la realidad de un palacio presidencial resguardado fuertemente por el ejército protegiéndose del pueblo y el ideal de la democracia?
La respuesta de este dictador --quien, casi centenario, acaba de fallecer en su dorado exilio brasileño-- fue, a nuestro ver, arquetípica: "La ley me ordena proteger las instituciones".
--¿Protegerlas del pueblo? --le inquirió este escribidor sin ningún ánimo sarcástico.
--¡No, no! Protegerlas de los enemigos del pueblo paraguayo.
--¿Y quiénes son, señor Presidente, los enemigos del pueblo paraguayo?
--¡Los mismos que los del pueblo mexicano! Los mismísimos. ¡Los comunistas! En su país, el Presidente Díaz Ordaz reprimió en Tlatelolco los intentos de los comunistas para derrocarlo.
En Buenos Aires, el Presidente Livingstone --un general que se sentía incómodo vestido de civil-- tuvo, no sin sorpresa de este escribidor, las mismas respuestas que dio Stroessner en Asunción.
--La democracia argentina --decíale este golpista al escribidor rodeado de tanquetas, soldados y blindado por la bendición de Washington-- florece. Yo soy hijo del pueblo argentino.
Livingstone era hombre de pocas palabras. Pero, eso sí, bien aprendidas. "Quiero que en México se tenga la certeza de que los argentinos vivimos en un régimen de instituciones democráticas".
En Brasil, todos los edificios públicos estaban protegidos por tanquetas y soldados. Las calles en Brasilia --como en Buenos Aires y Asunción-- estaban ocupadas literalmente por militares.
Y, como en México, cada acto institucional público se realizaba en esas dictaduras sudamericanas bajo el manto protector --intimidatorio-- de la fuerza militar, paramilitar o policiaca.
En Sudamérica, las dictaduras son ya capítulos trágicos de la historia y han dado lugar a la búsqueda de la democracia. Pero en México, la dictadura perfecta --la de la simulación-- parece rediviva.
Felipe Calderón tratará de asumir su investidura --ciertamente espuria-- como Presidente de la República el primer día de diciembre próximo en un recinto que el Estado tomará a la fuerza.
Pero si ese es un indicio elocuente de anormalidad, hay otros que le dan contexto: la casa del señor Calderón es un palacio rodeado por una muralla de policías armados y tanquetas y otros equipamientos.
Mas no sólo eso: también todos los edificios públicos federales en la capital de México están rodeados por muros de policías armados quienes invitan al público a realizar sus trámites por Internet.
Así, la fuerza pública mantiene alejado al pueblo de las expresiones institucionales --físicas y morales-- y de los personeros de éstas, empezando por el propio Presidente Electo.
Don Felipe, pues, asumirá su presidencia en la sede del Congreso de la Unión a la fuerza y por la fuerza, protegido del descontento y resentimiento del pueblo y sin el consenso de éste.
Ese es el mensaje. Gobernar a como de lugar. Por la fuerza. Y, ergo, mediante la violencia legal. A contrapelo del sentir popular, pues sólo 15 millones de 72 millones de votantes lo eligieron.
Ominoso aviso es su mensaje. Y a esa ominosidad yuxtapondríase otra: allanar no sólo las sedes físicas de los otros poderes --el Legislativo y el Judicial--, sino el de someter la voluntad de éstos.
ffernandezp@prodigy.net.mx
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http://elgritodelpueblo.blogspot.com
Glosario:
Rediviva: aparecido, resucitado.
Yuxtapondríase: de yuxtaponer. Poner algo junto a otra cosa o inmediata a ella.
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