Jugar con Fuego
Por Edi Torcito
DURANTE el sexenio de Vicente Fox, el aumento al salario mínimo fue de un peso con 90 centavos (que, por cierto, ya no circulan desde hace varios años, por carecer de valor). Este magro aumento anual no sólo es una burla al pueblo trabajador, sino una confirmación de cuál es la naturaelza verdadera del gobierno que se proclama a sí mismo como del cambio. En ese lapso sexenal, el aumento en los precios de gasolina, diesel y abasto de energía eléctrica fue, en promedio, del orden de 30 pesos anual. Estas escaladas en los precios ocurrió a contrapelo de las proclamas de la administración foxista de que la economía marcha bien gracias a la estabilidad macroeconómica, lo cual es, a nuestro ver, un sofisma para encubrir una lacerante realidad: la de que los únicos beneficiarios de las políticas económicas son los grandes intereses de ciertos mexicanos pudientes y de trasnacionales, que continúan saqueando impunemente al país. Esta dupla --magros aumentos en salarios e incrementos desproporcionados en los precios de bienes de consumo básico-- no sólo afectan los intereses populares, sino que también atizan la fogarata del descontento y resentimiento prevalecientes que nos describen la existencia de un clima prerrevolucionario en México. Don Vicente ha jugado con fuego, pero el incendio le llegará a los aparejos de su sucesor, Felipe Calderón.
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