jueves, noviembre 09, 2006

TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA

Análisis Alternativo: la Ultraderecha Contra sus Iglesias

Por Ramsés Ancira

NOS duele la polarización que divide y paraliza la convivencia social; más nos duelen los efectos de las divisiones sociales y las pérdidas de vidas humanas. (…)

Percibimos que lamentablemente se ha proyectado una información incompleta y a veces distorsionada de los hechos que ha sustentado confusión en la opinión pública. (…)

Exhortamos a todos los actores políticos y sociales a buscar con urgencia y honestidad soluciones de fondo (…)

La realidad nos demanda a todos los ciudadanos de buena voluntad, y especialmente a los católicos, iniciar un cambio de actitud que pase por la conversión a Dios y se traduzca en el logro de la reconciliación, de la justicia social y de una vida digna.

Estas palabras, cuidadosamente seleccionadas de la opinión de los obispos oaxaqueños, aplican perfectamente para describir contra qué están atentando los detractores de la Ley de Sociedades de Convivencia, quienes se creen con derecho de decidir como deben vivir las personas y cual es la forma “moral” de formar hogares.

Porque lo primero que alegan los “abogados cristianos” y otras organizaciones conservadoras, es precisamente con el afán de hacerse notar, aunque para ello tengan que proyectar informaciones incompletas y sembrar hechos para sustentar confusión, que es precisamente lo que combaten ahora los obispos mexicanos comisionados en Oaxaca.

La Ley de Sociedades de Convivencia, presentada por Alternativa para cumplir con su deber y compromiso de ser portavoz y herramienta de una demanda social, puede sustentarse en las mismas razones y palabras de los hombres de iglesia: buscar la reconciliación, la justicia social y una vida digna para las minorías, las que por circunstancias de la vida o por decisión personal no han podido o querido formar parte de familias convencionales, pero que pagan los mismos impuestos y tienen las mismas obligaciones de cualquier ciudadano, pero no gozan de los mismos derechos.

¿Tendrán que gritar esos grupos minoritarios con los decibeles de una bomba para ser escuchados? ¿Por qué no pueden discutir en un Congreso, legitimado por los votos, sus puntos de vista y sus demandas?

¿Por qué los legisladores panistas se hacen eco de la política del avestruz y sin mejor política que la de sus maestros Carlos Salinas y Vicente Fox se limitan a resolver las cosas con un no hablo, no veo, no escucho?

Ya pueden reservarse, cinco, diez o quince artículos de la propuesta de Ley de Sociedades de Convivencia, pero no, es el absolutismo, la autarquía, la cerrazón, la necedad. Ni siquiera es el todo o nada, es la nada …y nada más, lo que ofrecen a las minorías.

Que no digan luego (que no se llamen a sorpresa cuando el estruendo no deje escuchar las voces) que el diálogo y la democracia son el camino para resolver las diferencias. Que empiecen ahora, argumentando y votando, pero no por la vía fácil y cobarde de la congeladora. Eso no tiene que ver con el cristianismo, y si así lo creen basta cotejar sus reclamos con los exhortos de los obispos oaxaqueños.

El negarse a debatir y asumir la derrota no es frío, ni caliente, pero sí vomitivo, si nos atenemos a las parábolas que frecuentemente emplean los grupos conservadores más radicales. No tiene nada que ver con la caridad cristiana, pero sí la antítesis absoluta.