Asimetrías
Pedro Moreno, El Insurgente
Por Fausto Fernández Ponte
Y mientras el caro leyente abreva en el texto de hoy, en el periódico impreso o digital de su preferencia, este escribidor estará hablando en la aludida ceremonia.
En la fecha corriente, se recuerda con emoción y recogimiento el 189 aniversario del sacrificio heroico --el de la vida propia-- de este hombre extraordinario.
Pedro Moreno fue extraordinario por su congruencia, virtud cada vez más escasa entre nosotros. Fue extraordinario por su valentía civil y personal, atributo también muy escaso.
Pedro Moreno murió por sus ideales, por sus ideas y por sus empeños en cambiar un estado de cosas opresivo, corrupto, autoritario que sometía a tutelaje venal a los mexicanos.
Los mexicanos, hágase la salvedad, no nos veíamos entonces a sí mismos al través de los prismas actuales de la identidad nacional. Pero desasirnos de la opresión nos identificaba.
El historicismo nos permite hoy discernir que el anhelo libertario de Pedro Moreno y de otros ilustres mexicanos de la época era una fuerza motivacional poderosa. Y no en vano.
Esa fuerza es la búsqueda incensante de la libertad, que es un concepto de magnitud ilimitada, que obedece por añadidura a un dilatado itinerario histórico.
La libertad comprende el poder de escoger, de decidir y el de autodeterminarse. Significa también emancipación de la miseria y de la pobreza tanto como de la opresión política.
Sensible a esas nociones, Pedro Moreno sincretizó en sí su registro de que el dominio del hombre por el hombre y la interacción entre desiguales conduce a la injusticia.
Contra eso se insurreccionó Pedro Moreno. E insurgente fue. Contra una forma de organización política, económica y social que creaba desigualdad, injusticia e iniquidad.
Nos referimos, desde luego, a la guerra de independencia que no era otra más que la guerra por la libertad, valor supremo por el cual la humanidad ha luchado históricamente.
Esa lucha no ha cesado. Tenemos que admitir que el ideal de libertad no se ha alcanzado plenamente en México. Fallida, por encima de todo, es nuestra libertad de conciencia.
Y no gozamos, por ejemplo, de la libertad de modificar nuestra forma de organización económica, política y social para salirle al paso a los retos ciclópeos de la desigualdad.
Tampoco gozamos de esa libertad para enfrentar los desafíos colosales de la injusticia social ni detener las expresiones perversas de la iniquidad.
Y, a la luz de lo ocurrido el pasado 2 de julio, tampoco tenemos libertad de albedrío político colectivo. Hoy, como en 1810, no contamos. No se cuenta voto por voto.
No tenemos la libertad para cambiar nuestra forma de organización política, derecho establecido en el artículo 39 de nuestra Constitución. No tenemos la libertad de aplicarlo.
Esta percepción --que registro como muy extendida-- tiene un desenlace terrible: de casi 72 millones de empadronados, sólo 15 millones designaron al actual Presidente Electo.
Ese hecho es un indicador elocuentísimo de que los poderes fácticos usan a los poderes formales para acentuar dramáticamente nuestra condición de manumisos.
Por todo lo descrito aquí no somos libres. ¿Por qué? Porque no tenemos conciencia plena de nuestra propia opresión. Por ello, convalidamos esa opresión.
Pedro Moreno luchó contra esa opresión con las armas en la mano. Pagó con su sangre. Hoy, la masificación de la sociedad mexicana demanda nuevas formas de desasirnos de la opresión.
Ello se observa nítidamente en Oaxaca. La movilización social. La resistencia civil pacífica. Opuestas ambas a la lógica de Damocles. La violencia. Contra la no violencia.
Una causal importante, a nuestro ver, de esa manumisión de nuestras conciencias es la cortedad de nuestros prohombres, que desestiman, si no es que ignoran, qué es la política.
La política, más allá de su definición convencional, es educar para despertar y encender la conciencia popular, que se traduce hoy en una realidad dinámica de insurgencia.
ffernandezp@prodigy,net.mx
Glosario:
Dilatado: extenso, vasto, numeroso.
Emanciparse: liberarse de cualquier clase de subordinación o dependencia.
Manumisos: sometidos, esclavos.
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