Asimetrías
La Espuriedad
Por Fausto Fernández Ponte
Esa espuriedad devendría también de que no recibió un mandato electoral amplio, sino sólo de un segmento de la ciudadanía, afín al estilo del candidato Felipe Calderón.
También derivaría esa espuriedad de las propias insuficiencias y deficiencias --éstas, colosales-- de la forma de organización política prevaleciente en México.
Esa organización es una forma --sólo una forma-- de democracia que cabría clasificar como electoral, no obstante los vicios de un entramado paraelectoral tan costoso.
Esta forma de democracia electoral lleva consigo --intrínsecamente-- un agente dominante de espuriedad y su sofistería tramposo disfraza su carácter avieso.
Así, esa forma de democracia electoral no produce un gobierno de todos. Por ello, el nuevo gobierno no es un gobierno de todos ni de la multitud ni de la mayoría.
Al no ser el nuevo gobierno uno conformado con arreglo a la noción democrática --gobierno del pueblo-- se observa que la espuriedad de nuestra forma de democracia es trasmisible.
En efecto. Los componentes de la definición de espuriedad de la forma de organización política --democracia electoral-- existente en México se trasmite a sus consecuencias.
Y las consecuencias son, a nuestro ver, las siguientes:
1) Al no ser un gobierno del pueblo --o el pueblo gobernándose a sí mismo--, sus personeros no se sienten obligados bajo el deber moral y ético de atender al interés popular.
2) Ello conforma la mística deontológica --valores y deberes morales y éticos-- de la actuación de los personeros del gobierno y la trueca por la del provecho personal.
3) A resultas, se crea un entorno y una cultura de impunidad --que deviene en cinismo-- que atiza el fuego de la corrupción. Esta crece exponencialmente.
4) Bajo esos vectores, los personeros del gobierno llevan a éste a privilegiar con su poder a los intereses de la corrupción y desprivilegiar los del pueblo.
5) El gobierno, al no ser del pueblo ni de mayoría no se siente obligado a servirle a uno o a otra. Por ello, los personeros ven al pueblo como un enemigo peligroso.
6) Esa subyacencia en la psique del gobierno --o el conjunto de sus personeros-- explica la soberbia e insensibilidad en la actuación gubernamental.
7) El ejercicio del poder del gobierno en México ha sido antidemocrático. El ejemplo más reciente lo conforman las primeras disposiciones del nuevo gobierno.
8) El pueblo --cuyos representantes federales más inmediatos son los diputados-- no tiene nada que ver en esas primeras disposiciones del nuevo gobierno.
Esas primeras disposiciones responden a prioridades políticas del interés personal--o de grupo y/o facción-- del Presidente. Esas disposiciones son de naturaleza coyuntural.
El nuevo gobierno no consultó siquiera con los representantes formales del pueblo --los diputados federales o los alcaldes-- esas primeras disposiciones.
Así, de esa guisa las prioridades del nuevo gobierno fueron discernidas y establecidas sin el concurso del pueblo, aunque no se muestran como parte de un diseño de políticas.
El actual Presidente de la República asume que sus medidas tienen una aprobación apriorística de todos los ciudadanos --los que votan-- y, por inferencia válida, del pueblo.
Menciónese que esas primeras disposiciones no fueron enunciadas por el Presidente cuando era candidato; de haberlo hecho habría recibido un número menor de votos al que obtuvo.
Pero el nuevo Presidente piensa que esas primeras disposiciones orientadas a la conveniencia política de su presidencialado recogen el sentir del pueblo.
¿Por qué piensa así? Porque fueron enunciadas con mayor amplitud y coherencia por Andrés Manuel López Obrador y supone que son propuestas que tienen aprobación popular.
No la tienen. Para obtener una aprobación apriorística de sus disposiciones y así despojarse de la pátina de espuriedad estructural, el nuevo gobierno tendría que ser uno del pueblo.
¿Es eso posible? Por supuesto que sí. Mas para ello habría que partir de un verismo histórico: Democracia es mucho más que forma de gobierno. Y requiere construcción continua. Premisa.
Glosario:
Sofistería: uso de raciocinios o argumentos aparentes con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.
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