domingo, enero 14, 2007

TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA

Asimetrías

Intolerancia

Por Fausto Fernández Ponte
I
DESDE hace ya varios sexenios, la intolerancia en el ejercicio del poder ha exhibido una y otra vez sus fauces babeantes y hediondas y sus colmillos afilados.

Así ha sido. Y lo mismo en los sexenios de la dictadura perfecta a los de la ultraderecha plutocrática, la intolerancia ha sido el signo de ese ejercicio del poder.

Cierto. En esos 60 años --desde el sexenio de Miguel Alemán, fundador del PRI actual, hasta el de Felipe Calderón--, la intolerancia ha sido y continúa vigente.

De hecho, esa vigencia se ha acentuado no sólo a lo largo y lo ancho del espectro de la práctica del poder, sino también transversalmente. Y sin contrapesos.

La intolerancia se ha manifestado de guisa variopinta, incluyendo la extrema, la de la represión violenta, con su secuela lacerante de víctimas y damnificados.

Esas víctimas y damnificados han sido --y siguen siéndolo-- el conjunto de muertos, desaparecidos, secuestrados, heridos, torturados y presos. Suman miles

Tan sólo en un sexenio, el de Carlos Salinas de Gortari, hubieron más de mil activistas civiles --luchadores sociales y políticos-- fueron muertos o desaparecidos.

Las víctimas del salinato --ese periodo sexenal de tristísima naturaleza-- tiene registro en la psique de la izquierda en México. Es parte de nuestra historia reciente.

II

Las víctimas de la intolerancia salinista fueron mexicanos sospechosos de ser miembros del Frente Democrático Nacional y luego, del Partido de la Revolución Democrática.

Este episodio negro, empero, es poco conocido, excepto por aquellos vinculados a las víctimas o, como en el caso de este escribidor, por quienes dieron cuenta de esa represión.

Esa represión duró todo el sexenio de este deleznable individuo, emulando a otro monstruo, Luis Echeverría, quien le había precedido como inquilino de Los Pinos.

El señor Echeverría, acusado hoy de genocidio y bajo arraigo, le dio alegre rienda suelta a sus matones, muertos ya pero no olvidados por sus víctimas ni por la historia.

Al sexenio echeverrista le precedió otro igualmente brutal, el de Gustavo Díaz Ordaz, el de la Matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968.

En matanza, el señor Echeverría también tuvo parte, pues era entonces el secretario del despacho de Gobernación y responsable de resolver el conflicto esutiantil-popular.

Al sexenio echeverrista le sucedieron los de José López Portillo (1976-82) y Miguel de la Madrid (1982-88), quienes tuvieron también su cuota de represiones y desaparacidos.

Al frívolo Jolopo sucedió como Presidente don Miguel --en el sexenio de este último fue asesinado el periodista Manuel Buendía--, antecesor del ya mencionado señor Salinas.

III

Ernesto Zedillo fue el sucesor de don Carlos y tuvo, como todos los anteriores, su parte en represiones y desaparecidos, aunque no con la alegría perversa de aquellos.

La represión recobró sus colmos durante el sexenio de Vicente Fox, individuo de desempeño tan patético, por inepto, que es recordado por su considerable caudal de desaciertos.

Empero, es en este sexenio --el del señor Calderón, identificado por millones de mexicanos como Felipe el Espurio-- en donde la intolerancia alcanza un apogeo.

Y ese apogeo en la intolerancia es, comparado con el de los sexenios anteriores, escalofriante. Se traduce en represión cínica, diríase que tiene hasta su epinicio.

En efecto. La intolerancia se ejerce sin tapujos ni justificaciones. Se presume, pues, de ella. Y se presume, en vena igual, de su secuela aviesa, la represión.

Caso en punto es el de José Gutiérrez Vivó, empresario de la difusión --propietario del Grupo Monitor-- y difusor él mismo, que goza de celebridad por su amplia audiencia radial.

El señor Gutiérrez Vivó se amparó el lunes contra actos de la autoridad judicial federal, pues teme ser detenido e incluso secuestrado por agentes policiacos.

Señálese que el señor Gutiérrez Vivó no es ni ha sido un crítico notorio de cómo se ejerce el poder en México. Pero sus temores son fundados. Por la intolerancia calderonista.

Glosario:

Colmos: Líquido que se derrama de un vaso o contenedor

Deleznable: Despreciable, de poco valor

Epinicio: Canto de victoria. Himno triunfal