El Plan Calderón
Por Fausto Fernández Ponte
MALAS noticias, a nuestro ver, para México y los mexicanos. Es hecho fedatario --de fe pública, pues-- que el Presidente Electo Felipe Calderón tiene un plan, el Plan Calderón, cuyos fines son:
Uno, continuar cediendo más potestades del Estado mexicano a particulares o intereses privados tanto de nuestro país como de granres consorcios trasnacionales.
Y, otro, "prodfundizar en la integración de La Amèrica del Norte", lo que significa realizar el anhelo estadunidense histórico de hacer un sòlo país desde el Polo Norte hasta Mesoamérica y el Caribe.
Dicho de otro arreo, la consecuciòn de estos fines significa que el Estado mexicano --que constitucionalmente es la máxima expresión de poder del pueblo de México-- continuará abdicando de sus deberes.
Esos deberes se sincretizan en uno central, esencial, fundamental: el Estado es, por ministerio constitucional, garante del acervo de intereses sociales, con primacía sobre los intereses privados.
Subráyese que esa cesión no es reciente. Deviene de tiempo atrás, específicamente del sexenio de Miguel de la Madrid, quien abriò el país al saqueo privado, local y trasnacional. Ese saqueo ha sido brutal.
Después de ese sexenio de tibieza ideolòpgica y política, omisiones criminales la cesión de potestadas del Esto se acentuó exponencialmente. Sus adalides: Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox.
Al ceder facultades constitucionales --y violar, así, la ley traicionando a la patria-- a intereses privados mexicanos y trasnacionales, el Estado ha sufrido una metamorfosis terrible. Es una plutocracia.
Definamos que una plutocracia es, según el diccionario, "el gobierno de los ricos". Estos, pudientes y egoístas, gobiernan sólo para sì mismos, lo íual establece, por silogismo, que no gobiernan para los pobres.
No huelga aclararle al caro leyente que los particulares beneficiados por la cesiòn de potestades del Estado no son ni usted ni yo ni los 103.7 millones de mexicanos que habitamos este país. No.
Y no. Esos particulares son el gran empresariado mexicano --la oligarquía-- y sus agentes y operadores, socios y cómplices bajo guisa variopinta de los grandes consorcios trasnacionales.
Incurramos en otra definiciòn, la de oligarquìa, a la que el diccionario describe como "gobierno de pocos... en el cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social".
Prosigamos. Los consorcios trasnacionales establecidos en México sonde Estados Unidos --la potencia imperial--, España --la neometrópoli colonial-- y de otros paìses, como Inglaterra, Canadá, Alemania y Francia.
Esas intenciones del señor Calderón, a quien millones de mexicanos consideran un mandatario espurio como secuela del transvestismo leguleyo del Tribunal, nos descorre los velos del motivo real del fraude electoral.
Ese motivo real no es exiguo. Conocer ese motivo --continuar el saqueo impune de México, prohijado por el Estado, e integrarnos, engullidos, a EU, como provincia "libre asociada"-- agudiza nuestra conciencia política.
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