Sobre la Brecha
Derecho, Economía y Política
Por Andrés Amador Mena
Desde mi punto de vista el derecho, la economía y la política no son tres problemas distintos, sino uno solo en el cuerpo vivo de la Nación y del Estado, o del Estado-Nación que es como mejor se le ha conocido en las últimas tres décadas a raíz de la infructuosa lucha del mercado o los mercados financieros ciegos e insensibles como son por naturaleza, para prescindir de sus servicios.
Derecho, economía y política se encuentran inextricablemente unidos, y de su buen o mal funcionamiento depende todo el conjunto de variables o elementos que se materializan en el desarrollo económico, y consecuentemente en el bienestar social y la felicidad general.
El hecho irrefutable de que en México 49 millones de personas sean pobres, y que de estos, alrededor de 19 millones viven en una situación aun más grave como lo es la pobreza alimentaria por carecer incluso de los ingresos suficientes para comer, es una demostración por demás elocuente aunque deplorable, de que gobernantes y gobernados deberíamos de concentrarnos con carácter de emergencia a la revisión cuidadosa y profunda de nuestro derecho, de nuestra economía y de nuestra política, y que esto no lo hagamos, que pasemos por alta una situación que atenta contra los derechos fundamentales, las garantías individuales y los derechos humanos de millones de mexicanos, es el gran problema moral, psicológico y cultural que se encuentra en la raíz de las hazañas y las desdichas de una nación como la nuestra, que lo ha hecho todo una y otra vez para vivir con libertad, pero cuando lo ha intentado hacer con justicia, una y otra vez, hemos extraviado el rumbo por egoísmo, por vanidad, por ambición y por soberbia.
Sobre este problema el gran maestro Justo Sierra nos dice en su Evolución Política de México que el enemigo es íntimo, que es decir: a) la superstición que sólo la escuela laica, con su espíritu humano y científico, puede combatir con éxito; b) la irreligiosidad cívica de los impíos que, abusando del sentimiento religioso inextirpable en los mexicanos, persisten en oponer a los principios, que, son la base de nuestra vida moderna, los que han sido la base religiosa de nuestro ser moral; y c) el escepticismo de los que, al dudar de que lleguemos a ser aptos para la libertad, nos condenan a muerte, y así, --concluye el maestro Sierra--, queda definido el deber, que es educar, y que quiere decir fortificar, porque la libertad, médula de leones, sólo ha sido, individual y colectivamente el patrimonio de los fuertes; los débiles jamás han sido libres, y toda la evolución social mexicana habrá sido abortiva y frustránea si no llega a ese fin total: LA LIBERTAD.
Derecho, economía y política, no son pues entidades separadas e independientes entre sí, sino absolutamente interdependientes y necesarias entre sí.
Una buena política propicia inexorablemente una buena economía, y una buena economía fortalece todo estado de derecho en cualesquier fase de desarrollo en que este se encuentre; por el contrario una mala política da lugar a una mala economía y una mala economía con tasas de crecimiento económico mediocre hace insostenible cualquier estado de derecho, y máxime si este es el de un país en vías de desarrollo como el nuestro, lo que redunda invariablemente en altas tasas de criminalidad y violencia.
Joseph E. Stiglitz que fue Nobel de Economía en 2001 nos dice en su libro El Malestar en la Globalización lo siguiente: “La política económica es la responsable de las grandes diferencias que se dan en la vida de la gente. Buenas políticas económicas pueden provocar una vida mejor, y malas políticas la empeoran. Esto es, en efecto, muy obvio, y sin embargo es necesario repetirlo una y otra vez. No dejar de decirlo”.
visiondeestado@hotmail.com
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