¿Traicionó Cuauhtémoc Cárdenas al
Movimiento Democrático de
Izquierda? (Parte Uno)
Por José Angel Miramontes Cordero
OBVIAMENTE, la respuesta a este candente cuestionamiento tiene sus asegunes, dijera el ranchero. Habrá quienes digan que sí –creo que la mayoría--, pero habrá, lógico, quienes opinen lo contrario –que creo que, en estos momentos, son minoría--.
La polémica la desató la escritora Elena Poniatowska, personaje muy cercana a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuando el pasado 10 de septiembre la famosa escritora señaló en entrevista para La Jornada, entre otras cosas que por envidia, Cárdenas y el Subcomandante Marcos no habían apoyado a López Obrador.
En el transcurso de esa misma semana, dolido, Cuauhtémoc, bajo inserción pagada dio respuesta a lo comentado por Elenita. En su contestación el tres veces aspirante presidencial por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), niega ser envidioso y menciona que los errores de AMLO fueron los que lo llevaron a la derrota el pasado 2 de julio.
Considero que en su extensa carta, el Ingeniero lo único que trata es de justificar lo que no tiene justificación. No puede ocultar la realidad. Para Poniatowska y para muchos millones de mexicanos que coincidimos y apoyamos el Proyecto Alternativo de Nación de Andrés Manuel, Cuauhtémoc Cárdenas es un grandísimo traidor al movimiento de izquierda de nuestro país.
Me parece que sus razones no son de peso suficiente como para haberse sustraído del enrome compromiso --consigo mismo y con la historia-- de estar al lado del candidato representativo de la izquierda y el que tenía las más amplias posibilidades de triunfar en la elección presidencial. Su liderazgo moral ganado a pulso en el PRD a base de tesón, de incesante lucha, lo tiró al cesto de la basura, lo destrozó con sus propias manos, como una fiera herida lo hace con un guiñapo entre sus garras.
Creo que Cuauhtémoc llevado por su envidia, por su rencor, por su despecho de verse desplazado del pedestal en que se encontraba en las filas del partido del Sol Azteca, no fue capaz de percibir, de comprender que en ese momento los reflectores, la estrella más refulgente de la política en nuestro país era Andrés Manuel López Obrador y, por ello, había que estar a su lado, había que demostrar que él era un verdadero demócrata, había que poner toda su larga experiencia al servicio de la causa por la que él siempre ha luchado y siempre ha creído. Pero no, lejos de hacer lo anterior, no tan sólo se aisló, sino que en lugar de establecer compromisos con sus compañeros de partido –y con su candidato-- increíblemente acuerda con el gobierno foxista, con el enemigo acérrimo de AMLO, el hacerse cargo de los festejos del bicentenario de la lucha de independencia y del centenario de la revolución mexicana. ¡Qué barbaridad!
Todos los que hoy alaban a Cárdenas, lo adulan y apapachan, son los mismos que en las tres veces que fue candidato opositor despotricaban en su contra. Los que lo catalogaban, al igual que a López Obrador, como una amenaza, como un peligro para sus privilegios. ¿Acaso no tiene el michoacano memoria histórica? O quizá el Alzheimer ya esté haciendo estragos en su septuagenario cerebro.
Lo que sea, lo que haya sido, pienso que a C.C. le faltó la humildad, la generosidad que en su momento tuvo un personaje que demostró con creses ser un verdadero hombre de izquierda: don Heberto Castillo Martínez, quien en 1988 siendo aspirante presidencial por el Partido Mexicano Socialista, declinó a favor de Cárdenas, quien en ese entonces era candidato del Frente Democrático Nacional.
Quienes lo ven ahora como un "verdadero político de izquierda", "moderado", "moderno", lo dicen porque saben bien que ese es el tipo de izquierda modosita que el neoliberalismo requiere para seguir subsistiendo.
Estoy convencido que, como C.C. no representa ningún peligro para el statu quo local, como es un cartucho quemado, sin pólvora, como un cuchillo amellado, sin el empuje ni el carisma de AMLO, por eso los yunquistas lo exaltan, a sabiendas de que lo que dicen lo hacen sólo de dientes para afuera. El foxi priísmo lo quiere revivir y C.C, al dejarse querer, sólo hace el ridículo.
Qué lástima que la trayectoria política de Cárdenas termine tan ignominiosamente como lo está haciendo: en los brazos de la derecha reaccionaria que tan fieramente combatió, incluso, hasta a su propio padre. Esa si es una verdadera traición.
Reitero, no fue capaz de ponerse de acuerdo con su partido y si fue capaz de ponerse de acuerdo con los enemigos de la organización política que él fundó. Cambió su lugar en la historia como un demócrata, por un puesto de amenizador de festejos patrios. ¡QUE PENA CUAUHTEMOC!
Opiniones, críticas y/o sugerencias a este artículo a: profemira@hotmail.com
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