Por Edwin Corona y Cepeda
HE aquí una serie de interesantes opiniones que tomo de las memorias del Congreso de Análisis ¿El poder cambia a la gente? efectuado en Lima.
¿Por qué la historia de América Latina está plagada de dictadores y de gobernantes autoritarios que empiezan como demócratas y que luego buscan perpetuarse?
Para el psiquiatra y psicoanalista uruguayo Rafael López-Corvo este fenómeno se debe a la ausencia del padre. El estudioso explica, que la presencia de un padre violento, tanto para el hijo como para la madre, lo que surge en el hijo es la necesidad de convertirse en el salvador de ella. Y como la violencia crea sentimientos de rabia y de venganza, estos niños se convierten en dictadores y "El país es la madre tierna representada a nivel inconsciente.
López-Corvo ofrece una serie de conclusiones después de haber estudiado la infancia de dictadores que sufrieron desde chicos la ausencia y violencia del padre.
También ha investigado de cerca los regímenes totalitarios de América Latina y lo explica con soltura: "Por el número de hijos ilegítimos en las clases desposeídas o por el conflicto del machismo que lleva a que no sean padres cariñosos, *inconscientemente se crea un mecanismo en el pueblo que demanda un líder fuerte*. El gobernante democrático y respetuoso se percibe como débil, insulso y de manera inconsciente la cultura promueve la aparición del líder macho, fuerte, pródigo de esperanza. *Representa al padre que no se ha tenido*".
Esta tesis nos hace recordar la opinión de Ortega y Gasset contenida en La Rebelión de las Masas.
¿Es verdad que todos tenemos ansias de poder? Positivo.
"Todos nacemos frágiles, envidiamos y tememos el poder de los adultos y si los padres son autoritarios, se forja una necesidad de invertir la situación; de convertirse algún día en el adulto que amenaza", detalla López-Corvo.
El detalle es que "la infancia nunca está lejana de uno. La mente no tiene arrugas. Uno envejece, pero la infancia siempre está cerca y de muchas formas. Si el sentimiento de fragilidad ha sido intensificado por la violencia de los padres, cuando la persona alcanza el poder no puede creer que lo tiene; como lo quiere ejercer a ultranza, pierde el sentido de la realidad e ingresa a la posición de arrogancia".
Por eso existen políticos que se creen el padre todopoderoso y por eso miran al otro con desdén.
"El gran conflicto del ser humano es el sentimiento de arrogancia, de creerse que puede y lo sabe todo", sentencia el especialista. "El poder siempre crea la necesidad de más poder. Ahora, ejercer arbitrariedad con el poder no depende solamente de la personalidad sino de las herramientas de control. Cuando las instituciones son débiles y los conflictos producen caos, el oportunista autoritario se aprovecha del pánico", añade Moisés Lemlij terapeuta ecuatoriano
Uno los ve: prometen en campaña y no cumplen. Y luego caminan frescos, como si no tuvieran vergüenza o noción de la palabra empeñada.
Hay quienes dicen incluso que para ser político lo primero que se debe aprender es a mentir. "Los políticos no tienen sentimiento de culpa y duermen tranquilos a pesar de sus promesas incumplidas por una estructura perversa de la personalidad.
Ahora la gente sabe que está siendo engañada y este también es un juego, un pacto, perverso", sentencia María Aparecida Duarte.
En palabras de Luís Herrera, venezolano, el problema se torna más grave cuando en la sociedad se instala la cultura del cinismo: "El ansia de poder no solo es gratificante en sí mismo para alguna gente, también significa dinero; por eso hay quienes no quieren bajarse el sueldo y eso significa utilizar la realidad como un botín".
Lo cual quiere decir que existe una correspondencia entre poder y corrupción. "Solo una persona que no tiene escrúpulos es capaz de engañar a un pueblo pobre", reflexiona Herrera.
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