Asimetrías
Granma
Por Fausto Fernández Ponte
Este texto no es una relación histórica, sino una descripción historicista. Es decir, es la interpretación de la realidad social mediante la ciencia del historicismo.
Así es. Todo se resuelve en la historia. El punto de partida de todas las demás ciencias es la historia. Y el historicismo permite interpretar los acontecimientos humanos.
Señálese que el historicismo juzga los hechos no por su valor intrínseco, sino en función del medio histórico en el que se suscitan. Es su historicidad la que les da sentido.
Pero no nos desviemos del tema central, la efeméride de la partida del Granma que fue el inicio de un empeño que hoy, por el historicismo, identficamos como de dimensiones épicas
Prosigamos. Tras una semana tormentosa y friolenta en el Golfo de México, Granma encalló en Los Cayuelos, a dos kilómetros, aproximadamente, de Las Coloradas, en Cuba.
De la aporreada cáscara de nuez --así descrita aquí mismo, en 1988, por el propio Fidel-- desembarcaron en el lodo 82 cubanos. Fueron recibidos por la aviación de Batista.
Esa travesía --a nuestro ver epopéyica-- tiene, visto retrospectivamente, un poderoso simbolismo y es alfaguara de moralejas de patriotismo, de determinación, de valor.
Es, por encima de todo, moraleja ejemplarmente pedagógica y didáctica de congruencia política, de convicción ideológica y de confianza del hombre en sí mismo.
Entre los 82 cubanos --y un argentino, Ernesto Che Guevara-- se incluían como dirigente a Fidel Castro, comandante revolucionario y Presidente de Cuba.
Habían, en ese grupo, otros héroes --Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Juan Almeida--, pero Fidel y el Che son iconos de esa odisea que, como dice el canon historicista, es proeza.
Proeza contra todos los obstáculos posibles. Obstáculos humanos, políticos, institucionales. Y barreras geográficas y meteorológicas que el endeble Granma sorteó no sin angustia.
A ese puñado de revolucionarios les unía su amor por la patria, Cuba. Les unía su certidumbre de que llegarían a tierra y lucharían hasta vencer. O morir en el intento.
La profunda motivación les impedía dudar porque abarcaba su ser. Era la patria. O era la muerte. No se pensaba en la derrota. Venceremos era el grito libertario.
Un grito libertario que se remonta a José Martí, a Antonio Maceo, a muchos otros precursores. Luchaban por la libertad de Cuba. Liberar al país de una plutocracia voraz y brutal.
El simbolismo de esa hazaña --la del Granma y sus 82 pasajeros-- equivale, metafóricamente, al surgimiento de libertadores desde el vientre océanico.
Sabemos hoy que el océano es el caldo primigenio de vida en este planeta. La Revolución Cubana, más allá de sus causas reales, nació del mar. Vino del líquido amniótico del mar.
Hoy, conocemos los detalles de esa proeza. Cómo Fidel adquirió el barco, los papeles representados por el gobierno de México y sus amigos mexicanos. Y por qué escogió Tuxpan.
Conocemos también por qué este puñado de valientes decidió lanzar la Revolución Cubana desde México. El propio Fidel lo dijo en Santiago de la Peña: México es la patria común.
La casa común de todos los cubanos", añadió. De todos los indo, afro e iberoamericanos. "Todos veníamos a México como algo propio", dijo en esa memorable ocasión.
Ello estrecha el vínculo histórico de México y a los mexicanos con la Revolución Cubana, de cuyas causales, desarrollo y consecuencias no podemos disociarnos.
De hecho, la Revolución Cubana es nuestra Revolución no sólo desde un prisma romántico y de la leyenda, sino desde los yácatas de las luchas históricas del pueblo de México.
faustofeles1@yahoo.com.mx
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Glosario:
Amniótico: Relativo a un saco cerrado que envuelve y protege el embrión de los reptiles, aves y mamíferos y que se forma como membrana extraembrionaria, llena de un líquido acuoso.
Primigenio: Primitivo. Originario.
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