Caciques y Caudillos
Por Eduardo Ibarra Aguirre
BUROCRÁTICAMENTE Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez festejaron el 96 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. El trámite lo realizaron en una gélida mañana que armonizó muy bien con el acto al que sólo asistieron selectos invitados y niñas acarreadas de una secundaria para cubrir el expediente.
A la autodenominada pareja presidencial sólo le quedan ocho días para su desaparición, para fortuna de la República, de la legalidad y del Estado de derecho, homenajeados todos los días por Fox y Sahagún. La simple existencia de la anticonstitucional figura constituye la cancelación de valores democráticos básicos.
Pero junto a desaparecer políticamente, el futuro de la pareja como tal pareciera incierto. Doña Mercedes Quesada Etxaide auguraba que al concluir el sexenio de su vástago al que siempre le negó condiciones intelectuales para ser candidato presidencial -"Muchachos (dijo a los reporteros), yo sé de lo que es o no capaz Vicente, pues yo lo parí y eduqué--, la pareja se disolvería porque estaba armada con base en el interés pecuniario. Es problema de ellos. A Utopía corresponde sólo la crítica por la brutal usurpación de funciones.
Fox Quesada utilizó el festejo de la Revolución que tanto aborrece ideológicamente, pero sobre todo en el plano mercantil porque dañó intereses agrarios de su padre José Luis Fox Pont --los que ahora defiende con todo el poder que da el uso faccioso de las instituciones--, para autoelogiarse porque siempre ignoró --como tantas cosas elementales más-- que elogio en boca propia es vituperio, y para lanzar severas críticas a Andrés Manuel López Obrador.
Sin mencionar al de Macuspana, Tabasco, por su nombre --como hacen todos los gobernantes cobardes-- Fox sostuvo que "bajo ninguna circunstancia" las libertades deben ser conculcadas por caciques y caudillos, pues "nadie tiene derecho a pensar y decidir por el pueblo".
La existencia de la pareja presidencial, ostentada retadoramente por Fox hace dos semanas, es la más primitiva expresión de cacicazgo y caudillismo, de la abrogación "del derecho a pensar y decidir por el pueblo". Lo hace por encima de la voluntad de los electores --que en mala hora y con la eficaz promoción del voto útil--, lo eligieron presidente de la República. Mas nunca fue electo como primer marido del país, como se refiere con fundamento en la opinión pública y reza la siempre sabia voz popular.
El contradictorio diagnóstico del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre el papel de Vicente Fox en la jornada del 2 de julio, es propio de un cacique y de un caudillo porque "puso en grave riesgo la elección", no de un demócrata que encabeza un gobierno del cambio. Y qué decir de hace seis años, cuando arribó a Los Pinos con financiamiento del extranjero, apuntalado económicamente por Roberto Hernández Ramírez, mediáticamente por Ricardo Salinas Pliego y otros de los 39 dueños de México, calumniando a las instituciones que hoy tanto defiende y sin estar clara la nacionalidad mexicana de sus padres.
Por lo demás, la poderosa y enriquecida cacique del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo Morales es aliada del guanajuatense adoptivo y dizque amiga de la zamorana. También fue pieza clave para que el 2 de julio, excepto el grupo gobernante: "nadie tiene derecho a pensar y decidir por el pueblo".
Grupo que también tiene en el puntual respeto a los cacicazgos que dominan, explotan y ensangrientan a Oaxaca y que representa espléndidamente Ulises Ruiz Ortiz, la garantía para que Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa tenga quórum para reproducirlo institucional y formalmente.
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