jueves, febrero 01, 2007

EDITORIALITO

Egoísmo y Cinismo

Por Edi Torcito

EL pueblo de México financia día con día, con su sudoroso esfuerzo y enormes sacrificios, a una élite de personeros aposentados en las instituciones del poder formal --el del Estado--. Esos personeros --muchos de ellos elegidos por el pueblo-- reciben salarios, gajes, prebendas y sinecuras cuyo monto exagerado ofende y, ergo, agravia a los mexicanos. Los ministros y magistrados del Poder Judicial se autorizan a sí mismos salarios estratosféricos. Los diputados y senadores se autorizan a sí mismos aumentos generosísimos y prestaciones --como seguros de gastos médicos mayores en sanatorios privados de México o Estados Unidos, y seguros de vida-- que la inmensa mayoría de los compatriotas jamás tendrá. Los funcionarios del Poder Ejecutivo disponen de tales ventajas salariales que, diríase sin incurrir en hipérbole, que no sabrían qué hacer con ellas. Hoy sábese que los consejeros del Instituto Federal Electoral se autorizaron a sí mismos estímulos salariales por su desempeño por un total de tres mil millones de pesos. Esa élite parásita de ministros, magistrados, diputados, senadores, burócratas de alta jeraquía e incluso miembros de las nomenklaturas de los partidos políticos conforma una carga muy onerosa para el pueblo, no sólo por la cuantía de los recursos que dilapidan --sin devengarlos--, sino desde la perspectiva moral. Esa desigualdad aberrante irrita al pueblo, sobre todo porque la élite parásita no se desenmpeña en función de los intereses populares, sino de su propios tesauros personales o de facción ideológica o grupo político, lo cual es una traición. Les pagamos por traicionarnos. Será porque los mexicanos somos masoquistas.