Asimetrías
A Favor y en Contra
Por Fausto Fernández Ponte
Y si ésto nos describe un posicionamiento extremo de los mexicanos que participaron en ese sondeo, se sorprendería el caro leyente saber que en esa misma indagación se descubrió lo siguiente:
Un ocho por ciento del total de entrevistados expresó que habría tomado las armas si Andrés Manuel López Obrador hubiese sido declarado Presidente de la República.
Señálese que, por otra parte, millones de mexicanos consideran que el señor López Obrador ganó las elecciones, pero que esa victoria le fue escamoteada por un Tribunal Electoral parcial a Vicente Fox.
Y, dada esa parcialización a quien era a la sazón Presidente de la República, esos millones de mexicanos están convencidos de don Vicente manipuló los mecanismos electorales del Estado para sus propios fines.
Y esos fines eran los de hacer ganar a don Felipe, para que éste continuara la instrumentación del proyecto de entrega de México a intereses privados, en particular estadunidenses y españoles.
Los millones de mexicanos persuadidos de esa manipulación cuyo equivalente moral e incluso jurídico es el de un fraude, nutren sus percepción del mismísimo dictamen del Tribunal Electoral.
En ese dictamen se reconocen las irregularidades habidas en el proceso comicial, pero descarta que ese cúmulo de anomalías hubiese sido un patrón premeditado pese a las evidencias en contrario.
Mas, no obstante esas irregularidades el Tribunal Electoral resolvió no anular la elección, aduciendo sofisteramente que ello tendría repercusiones negativas para México.
La anulación, empero, tenía sustento jurídico y, desde luego, político, aunque había otra vía: la
del recuento de voto por voto, a lo que se opuso el Tribunal y el Instituto Federal Electoral.
El recuento habría disipado dudas, al confirmar ora la victoria del señor Calderón, ora el triunfo de don Andrés Manuel, ora un empate técnico o porcentual.
A resultas de ello, esos millones de mexicanos consideran que don Felipe es un Presidente de la República espurio, rehén --"pelele", lo califican algunos-- de intereses ajenos u opuestos a los del pueblo.
Esos intereses tienen nombres: son los grandes consorcios trasnacionales de Estados Unidos, España, Inglaterra, Canadá y otros países, así como algunos de México, empeñados en saquear a México.
No huelga reiterar que ese saqueo es impune --precisamente por la complicidad gubernamental-- y cínico, a la vista de todos los mexicanos que deseen informarse acerca del fenómeno.
Volvamos al sondeo. Éste nos identifica, en primera lectura, que existe acusada polarización en la ciudadanía. Esos extremos polares --antipodales, diríase-- sugieren una realidad muy volátil.
El sondeo al que nos referimos fue realizado, según sábese, después de la escalada en los precios de bienes y servicios de consumo indispensable, emblematizado en lo que cuesta hoy comer tortillas.
Y es que esa espiral alcista tuvo un componente central: la complicidad implícita --y, en no pocas instancias, también explícita-- del Gobierno calderonista. Esa es una percepción generalizada.
Y, como consecuencia, dicha percepción pública se traduce en la certidumbre confirmatoria de una sospecha cada vez más arraigada, la de que el Gobierno actual sólo sirve a intereses antimexicanos.
Y continuar sirviendo a tales intereses es el móvil de la actuación fraudulenta del entonces Presidente Fox en los comicios del 2 de julio pretérito. Esa actuación fue propia de un golpe de Estado. Hamponil.
Y servir a esos intereses es parte de un proyecto de país concebido, diseñado y aplicado con arreglo a una estrategia del poder trasnacional que convierte a México en provincia de aquel poder.
Ese poder trasnacional, poseedor de vastos recursos financieros, indujo conductas electorales cuya consecuencia es lo que nos muestra el sondeo de marras aquí aludido. Ese poder nos tiene divididos.
Glosario:
Marras: Algo consabido.
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