miércoles, octubre 04, 2006

La Columnita

Oaxaca

Por Santos Oaxaca

CONTINÚA el despliegue de tropas en Oaxaca, aprestándose a un asalto contra la insurrección popular que exige cambios en la naturaleza del poder político en esa entidad federativa.

Al momento de escribir estas notas, los aprestos militares continuaban. El arribo de tropas se realizaba por mar, como para una invasión en territorio enemigo.

Estos hechos dramatizan la estrechez de miras del Poder Ejecutivo federal --y, por inferencia-- válida, el Estado mexicano mismo.

Dramatiza, de igual manera, el desprivilegio de la política como herramienta civilizada para resolver conflictos sociales y superar éstos de buena fe.

Pero el despliegue militar, dispuesto a reprimir a ciudadanos desarmados pero organizados, nos ofrece un escenario lamentable porque preconiza la violencia.

Trataríase aquí de la violencia del Estado como forma de hacer política, lo cual es negar la esencia vera --la razón de ser-- del quehacer del Estado

Ese quehacer es político centralmente, pero su no ejercicio nos descubre una realidad lacerante: en el Estado mexicano no hay estadistas. No hay hombres de Estado, pues.

Ese repudio al uso de la fuerza como forma de hacer política le fue expresado el martes en la Cámara de Diputados al propio Carlos Abascal, secretario de Gobernación.

Este funcionario --miembro del gran empresariado mexicano-- se mostró indiferente a las expresiones del repudio y rechazo a la acción militar. Matizó, pero no convenció.

Y no convenció porque las razones de ese asalto militar --que podría ocurrir esta misma madrugada-- tienen un obvio carácter represivo. Es un mensaje a todo el país.

Es un mensaje a un México crispado por la crisis del poder y de la sociedad misma. Es acercar la cerilla encendida a una yesca lista para arder más de lo que ya arde.