Textos en Libertad
Un riesgo latente en el Valle de México
Por J. Antonio Aspiros V.
EL pasado 19 de septiembre, mientras México recordaba los terremotos de 1985, los talleres de la Editorial Cromocolor trabajaban febrilmente y, al día siguiente, ya estaba en nuestras manos uno de los primeros ejemplares (“copias”, les llaman los pochos) de la novela-reportaje México 8.5 Richter. El próximo sismo, del periodista y escritor Octavio Raziel García Ábrego (org_merlin@hotmail.com).
Aun cuando el autor asegura que se trata de una obra de ficción “salpicada con chispas de verdad”, más bien está saturada de llamas de dramatismo y la advertencia cierta de que aún existen en la ciudad de México “construcciones que a simple vista sabemos que no resistirán la prueba del próximo terremoto”.
Millones de capitalinos jóvenes no conocieron o no recuerdan las violentas sacudidas de aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 y la noche del día siguiente, pero valdría la pena que tomaran conciencia a través de este libro pues, como reconoce también Octavio Raziel, está fundamentado en “reportajes, declaraciones o escritos de investigadores de alto nivel”, y contó con el apoyo del ingeniero Calixto Mateos González, experto en mecánica de suelos.
Por ello, México 8.5 Richter es más una noticia que una historia, más un aviso que una recreación; un libro donde se proyecta más el periodista que el escritor, y en ello radica su mérito principal, porque con base en datos reales, nos previene sobre riesgos que son permanentes y crecientes en el Valle de México, donde una gran metrópoli está posada sobre cavernas, lodos y pozos en constante y riesgosa explotación.
La obra tiene un pequeño prólogo que su autor tituló “Advertencia”, una palabra que bien se puede aplicar a todo el texto y al mensaje que Octavio Raziel se propuso hacernos llegar: los habitantes de la capital del país y de algunos municipios conurbados, viven sobre una bomba de tiempo.
La parte narrativa -la novela propiamente- se manifiesta con mayor definición a partir del capítulo seis. Se trata de la experiencia personal y profesional de un reportero investigador en una etapa de su vida, con su dosis de intrigas, persecuciones, romance y muertes, y de los riesgos que se corren cuando por indagar sobre un tema delicado, rodeado de impunidad y corrupción, se expone hasta la propia vida.
Algunos escenarios y personajes de la novela fueron tomados de la realidad y adaptados a la ficción, como la cantina, el hotel, los nombres del reportero, del periódico y de su director, pero otros son inevitablemente verídicos y estremece pensar que la información acerca de ellos pueda ser también cierta, ya que su mensaje resulta apocalíptico.
La historia que nos ofrece México 8.5 Richter inicia con la investigación sobre unas grietas en la colonia Narvarte y las cavernas de diversas magnitudes detectadas en el subsuelo de la ciudad de México. El personaje central de esta narración eslabona tales sucesos con otros como el sismo de octubre de 2005 en Tlalpan y la expectativa que existe de que un próximo terremoto tenga su epicentro frente a las costas de Guerrero.
Nos revela también que el Valle de México, en especial la antigua zona lacustre, ha llegado a su máximo de hundimiento, y los geólogos y geofísicos coinciden en que ahora esa superficie se ha convertido en especie de costra que en un sismo fuerte podría causar enormes daños.
En las delegaciones Venustiano Carranza, Benito Juárez y Cuauhtémoc del Distrito Federal, ubicadas sobre el antiguo lago, se han construido en el último lustro más de cuatro mil edificios en condominio, de cinco pisos cada uno en promedio, con una enorme carga de ladrillos, cemento, varillas y muchos otros materiales, y que con todo ese peso y el de su mobiliario descansan sobre una delgada superficie de apenas 30 o 40 metros de espesor.
Para darnos una idea del tamaño que tenía el enorme lago ahora desaparecido, donde se asientan el Distrito Federal y varios municipios mexiquenses, diremos que en su periferia estaban Xaltenco, Teoloyucan, Cuautitlán, Tultitlán, Ecatepec, Tenayuca, Tlanepantla, Azcapotzalco, Tacuba, Chapultepec, Tacubaya, Mixcoac, Coyoacán, Xochimilco, Tulyehualco, Mixquic, Chalco, Iztapalapa, Chimalhuacán, Texcoco y Tepexpan. En medio de ese rosario de poblaciones todo era agua.
Debajo de aquella área líquida, que en realidad se formaba por varios lagos unidos entre sí, quedaron burbujas de agua cuya extracción para satisfacer la demanda de los habitantes se hace a través de unos tres mil pozos legales y un número desconocido de clandestinos. Y según la investigación que nos revela la novela-reportaje que comentamos, la cubierta de esas burbujas es de un material que, al romperse, forma finalmente tepetate. La imposibilidad de recrear esas burbujas, crea cavernas bajo la superficie.
En caso de que el Distrito Federal colapsara, por sobrecarga de su infraestructura urbana o por un terremoto, las aguas negras y las potables se desplazarían al antiguo lago de Chalco, que estuvo comunicado por el oriente con los de Xochimilco y Texcoco, y cuyo hundimiento es uno de los más acelerados del mundo; tanto, que pronto estará 15 metros abajo de su nivel original, lo que significa quedar debajo de los canales de aguas negras de La Compañía y El Acapol.
Realmente en la obra de Octavio Raziel uno no sabe si disfrutar la trama o atender su mensaje, pero de cualquier manera se trata de una lectura necesaria y de una advertencia para quienes habitan en esa enloquecida concentración urbana que es la Zona Metropolitana del Valle de México, tan vulnerable a los terremotos.
El propio autor nos recuerda que último sismo de gran magnitud registrado frente al hueco que hay entre Petatlán y Pinotepa Nacional, frente a las costas de Guerrero y Oaxaca, fue en 1911, el mismo día en que entró Francisco I. Madero triunfante a la ciudad de México y cuando, decían los abuelos que lo vivieron, hasta los caballos se hincaban de miedo. Pues bien, según los investigadores, en esa zona del Pacífico se ha estado acumulando energía durante 95 años y temen que, de haber una subducción en un solo movimiento, se producirá un sismo mayor a los 8.5 grados Richter que llegaría hasta la capital del país.
México 8.5 Richter tiene, desde luego, un final inesperado aunque por momentos el lector cree irlo adivinando, y también nos ofrece lo que parece ser una gran lección impartida hace siglos y conservada en esa aula del saber que es la zona arqueológica del Templo Mayor: según esta ficción, la ciencia de nuestros antepasados prehispánicos logró lo que los conocimientos actuales no han podido: predecir con exactitud la fecha en que ocurrirá el próximo terremoto.
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