Oaxaca
Por Fausto Fernández Ponte
Uno, que la agitación social en ese sufrido estado no es resultado de la actividad de un grupo o facción, sino de amplios segmentos del pueblo oaxaqueño.
Otra, que las causales de esa convulsión social --ya muy extendida-- son concretas, claramente identificadas por el gobierno federal, aunque no reconocido formalmente por éste.
Y una más, que la insurgencia oaxaqueña tiene raíces profundas de carácter cultural --la cultura de la resistencia civil a la desigualdad, injusticia e iniquidad del poder--.
Hechas esas salvedades, esta insurgencia popular puede ser explicada y comprendida en términos simples, no obstante la complejidad de su dinámica interna y del contexto oaxaqueño.
Ese contexto, cabría señalar con énfasis, no es distinto, en mayor o menor grado, al nacional. Las causales de la pobreza son las mismas en Oaxaca que en el resto de México.
Es un choque entre clases. Por un lado, una dominante --la oligarquía que monopoliza el poder político --una plutocracia-- y económico; por otro, los pobres.
II
Volvamos a la explicación: es una lucha entre opresores y oprimidos. Estos pugnan por desasirse de un yugo ancestral, el de la oligarquía local y nacional y la plutocracia.
Este proceso de independencia del pueblo oaxaqueño con respecto a una élite corrupta, voraz y saqueadora podría simplificarse aun más: es una lucha entre ricos y pobres.
En ese sentido, es una lucha histórica no sólo del pueblo oaxaqueño, sino del pueblo mexicano, pues Oaxaca es, en estos momentos, la arena en donde se libra el conflicto.
Empero, lo que le otorga su naturaleza revolucionaria a esa insurgencia es su objetivo: modificar o alterar la forma de organización económica y política en Oaxaca.
Y, en ese impulso modificador o alterador del status quo brutalmente expoliatorio del pueblo oaxaqueño, éste busca que el poder que se constituya represente sus intereses.
Y es que, históricamente, el poder constituido --el formal, el del gobierno local-- no ha representado en rigor estricto los intereses verdaderos del pueblo oaxaqueño.
Ese es el verdadero eje causal del conflicto en Oaxaca y, por inferencia válida, en México, el cual se emblematiza en una movilización social de resistencia civil sin precedentes.
Así se entiende la insistencia de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en que renuncie el gobernador Ulises Ruiz, del Partido Revolucionario Institucional.
III
El señor Ruiz es un personaje conspícuo en el PRI, entelequia que desde hace varias décadas se ha ido acercando ideológicamente al Partido (de) Acción Nacional.
Dicho de otro arreo, caro leyente: el PRI es uno de los partidos de la oligarquía y la plutocracia en México. Se refleja en él, cual espejo, el conservadurismo y la derecha.
Y siendo el PRI parte de la oligarquía y la plutocracia, el gobernador Ruiz es, ergo, personero de los intereses creados, antisociales, de la élite del poder.
Menciónese que el señor Ruiz goza de celebridad, presuntamente bien ganada, de ser un emblema de la corrupción que mal distingue a esa élite del poder.
Entendida la naturaleza de la insurrección oaxaqueña es fácil comprender las razones del poder --el Estado mexicano y el gobierno federal-- para no ceder a la exigencia popular.
Al proceso concurren, por supuesto, otros factores, pero éstos secundarios. La renuncia del gobernador Ruiz abriría el camino a la distensión momentánea y reduciría la crispación.
Y, al hacerlo, afectaría negativamente los intereses creados de la oligarquía y la plutocracia y sentaría un precedente emulativo a otras regiones del país.
Glosario:
Insurgencia: levantamiento contra la autoridad.
Monopolio: concesión otorgada por la autoridad competente a una empresa para que esta aproveche con carácter exclusivo alguna industria o comercio.
Oligarquía: gobierno de pocos. Forma de gobierno en el cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social.
Plutocracia: gobierno de los ricos.
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