TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA
El Dios de Abascal
Por Fausto Fernández Ponte
I
DIOS, desde luego, no tiene nada que ver en los asuntos terrenales siendo --como es-- una abstracción mental, etérea, creada por los propios humanos para racionalizar su realidad.
Esa racionalización adopta sesgos y giros que recogen, cuales verismos insoslayables, nuestra naturaleza física y mental y cincela incluso nuestra cosmovisión individual.
Ello, desde luego, no se opone a la convicción de no pocos humanos de que Dios es un ser de carne y hueso, poderdador y poderdante, omniciente y omnipresente. Está en todas partes
Y, por supuesto, que está en todas partes, todo lo ve y todo lo oye pues lo llevamos consigo, en nuestra conciencia y en nuestro espíritu. Mas no sabemos que lo llevamos dentro.
Y pensamos, en el imaginario personal y colectivo, que desde las alturas --¿el cielo?-- Dios nos ve, nos escucha y está enterado de todo lo que hacemos.
Y muchas veces --de hecho, con alarmante frecuencia-- lo que hacemos no sería aprobado por Dios, no obstante que nuestras hechuras y quehaceres se realizan en su nombre
Tal es el caso de Carlos Abascal, el secretario del despacho de Gobernación del Presidente de la República, Vicente Fox, quien en nombre de Dios realiza sus deberes.
II
Y uno de esos deberes es, precisamente, el de desatar la furia militar, por aire, mar y tierra, contra el inerme pueblo de Oaxaca que, presumiríase, es blasfemo y descreído.
Esto nos lleva a deambular por los laberintos y pasadizos secretos de la filosofía idealista y concluir que el Dios del señor Abascal no es el mismo de los oaxaqueños insurrectos.
Ese Dios del señor Abascal --en cuyo nombre se desempeña como empresario devenido en mal político-- debe ser un poder muy selectivo y discriminador. Discrimina a los oaxaqueños.
O, por mejor decirlo, el Dios de don Carlos que está en todas partes y todo lo ve y todo lo oye no está en Oaxaca ni todo lo ve ni todo lo oye entre los oaxaqueños.
Tan es así que el señor Abascal tuvo que recurrir al Ejército para que los helicópteros de éste vieran desde el aire --con fotografías-- lo que el Dios abascaliano no ve.
Este es un tema de enorme importancia, pues confirmaría para el horror de los mexicanos --y del mundo-- que estamos a punto de desatar una guerra santa, como en los Balcanes.
O como la guerra entre cristianos contra judíos y, sobre todo, contra musulmanes, a cuyo profeta --Mahoma-- la Cristiandad protestante y católica insulta y profana.
III
Señálese que la Cristiandad ortodoxa, con mucha mayor sensibilidad que la vaticana y protestante, no ha incurrido en el descrédito del profeta emblemático del islam.
Quizá los ortodoxos --rusos, griegos, etcétera-- poseen un registro muy fiel de la realidad, consecuencia de que los dogmatismos no deben obnubilar el sentido común.
Y el sentido común está obnubilado en señor Abascal y su patético jefe, el Presidente Fox, quienes juegan con fuego al imprimirle un cariz religioso a la represión política.
¿Quiere don Carlos (y, por inferencia válida, el señor Fox) una guerra fraticida bajo premisas falsas de que el Dios de la plutocracia mexicana es mejor que el de los oaxaqueños?
No olvidemos que los oaxaqueños --en particular los insurrectos-- son también creyentes en Dios y, diríase, muy fervorosos y fieles, aunque obviamente ese Dios es apolítico.
Ello nos habla de que los insurrectos oaxaqueños poseen un acervo más enriquecido de sabiduría experiencial y sentido común. Ese acervo es mayor que el del señor Abascal.
Este, peligrosamente, manipula un símbolo de hondo raigón en el ser humano, el Dios de cada quien. Debe buscar al Dios de los insurrectos oaxaqueños y desoír al suyo.
O, a fuer de precisos, debe desoir a la Iglesia, a los curas --obispos, arzobispos, cardenales-- que hacen negocios como empresarios (como Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec).
Debe oír don Carlos al dios de los pobres --marginados, explotados, humillados-- que se oponen a su terrible situación. El dios de los ricos vive, pues, con los ricos.
Glosario:
Dios: ser supremo en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo. Deidad a quien dan o han dado culto las diversas religiones.
Insurrectos: levantado o sublevado contra la autoridad pública o el poder cuando éste se ejerce en su agravio.
Obnubilado: nublar. Enturbar la visión.
Poderdante: persona que da poder o facultades a otra.
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