martes, febrero 20, 2007

EDITORIALITO

Carnavales

Por Edi Torcito

S
E realizan o están por realizarse por los días que corren los carnavales en varias ciudades de México, siendo los más notables los de Veracruz y Mazatlán, a los que acuden, en el primero, turistas mexicanos, y en el segundo, estadunidenses. Uno de los antiguos orígenes europeos del carnaval es, desde luego, político: que el pueblo se divierta para paliar, si no es que desactivar los detonantes de las ansias de los descontentos y disidencias. Circo, pues, a falta de pan --la tortilla emblemática encarecida-- y otros satisfactores básicos y la caída estrepitosa de la esperanza social y la emergencia, como contraparte, de las estantiguas perversas de la desesperanza. Pero resulta que en México esos carnavales se han convertido en negocio muy jugoso para las autoridades municipales y sus socios, pues, aun con financiamiento que deviene de nuestros impuestos, se le cobra al pueblo la participación en esta fiesta. Con insensatez inaconsejable, los ayuntamientos de Mazatlán y Veracruz encarecen el circo y lo sitúan a la par del pan. Buen negocio en términos de ganancias, pero mal negocio en lo político y social. Si a la diversión popular por la que escapan tensiones sociales se le pone precio, se está actuando a contrapelo de lo que aconsejaría el sentido común. El horno no está para esos bollos.