Asimetrías
Calumnia y Difamación
Por Fausto Fernández Ponte
La conversación fue breve y tajante. --Ustedes calumnian y difaman al Presidente impunemente --regañó--. Y esperan que el Presidente acepte ser calumniado y difamado.
Don Patrocinio dijo que los periodistas allí convocados corríamos el riesgo de ser denunciados y llevados a juicio por calumniar y difamar al ciudadano Salinas. Ningún juez fallará contra el Presidente, advirtió.
Este escribidor le respondió, palabras más, palabras menos, que el mundo vería mal que el hombre más poderoso de México llevare a juicio a unos periodistas. El mundo --se le dijo-- se pondría del lado de los débiles, o sean esos periodistas.
--Ya veremos --fue la respuesta de don Patrocinio, quien nos dio la espalda, dando por concluida la conversaión. El juicio, desde luego, jamás se realizó, lo que indicaría que era sólo una bravucanada del citado funcionario.
En el ejercicio de su profesión de periodista, este escribidor ha sido llevado a los tribunales acusado de calumniar o difamar a otros tantos funcionarios del gobierno federal.
No huelga mencionar que, pese a que esos juicios tuvieron desenlaces desfavorables a los acusadores, causáronle muchos sinsabores para el escribidor, siendo el principal de ellos tener que andar por el laberinto macabro de la impartición de justicia.
Andar por ese laberinto es una pesadilla no sólo para el acusado --como este escribidor--, sino también para los propios acusadores, a quienes la búsqueda de reparación de daños por supuestas calumnias y difamaciones fue malograda.
En algunos casos, los acusadores se desistieron, aunque en la mayoría se llegó hasta el final, con fallos ora de improcedencia, ora de desfavor. Pero los procesos respectivos fueron lentos, tortuosos y, a la postre, sin beneficio.
En los casos en que hubo fallo desfavorable a los acusadores, el argumento de los abogados defensores de este escribidor fue el de que la conjugación de los verbos en los textos denunciados no indicaban afirmación calumniosa o difamatoria para nadie.
Y es que, en efecto, el estilo de este escribidor privilegia la conjugación de verbos en tiempos que no dan lugar a afirmación contundente en primera, segunda o tercera personas del singular ni del plural.
Por otra parte, este escribidor usa expresiones tales como 1) al parecer o 2) presuntamente o 3) aparentemente o 4) especúlase que o 5) es el sentir aparente de no pocos, entre muchas otras, que no no son afirmaciones calumniosas o difamatorias.
Los procesos --tanto los desistidos como los improcedentes y los fallados conclusivamente-- coincidieron con un entorno inédito en el ejercicio de la libertad de expresión en México, pues eran los años del sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
En ese entonces, El Financiero era el único diario crítico de cómo se ejercía el poder político en México y ello causábale irritación al Presidente Salinas, pues dicha política editorial era discordante con la que prevalecía en los demás periódicos.
Subráyese que ese periódico --El Financiero, fundado y dirigido por ese entonces por el periodista Rogelio Cárdenas-- fue pionero en ese campo y tal actitud le concitaron a la empresa que lo publicaba y al propio fundador muchos problemas. Pero se mantuvieron.
Y lo hicieron con firmeza. Oficialmente, El Financiero no se leía en el gobierno, pues se le excluía de las síntesis de prensa elaboradas para el propio Presidente y los secretarios de despacho y funcionarios públicos de alta jerarquía.
Hubo, desde luego, represalias por parte del gobierno salinista y, luego, el que presidió Ernesto Zedillo, pero finalmente se logró un modus vivendi: un empresario amigo del señor Zedillo, Alfonso Romo, compró el periódico y se deshizo de los críticos.
Y los críticos --incluido este escribidor-- salieron del periódico. Este modificó radicalmente su política editorial y la publicación perdió su bien ganado nicho de mercado de leyentes. Pero su contribución pionera fue asaz importante.
Dado ese contexto, las acusaciones formales --judiciales-- de calumnia y difamación se multiplicaron, como si hubiere la consigna tangencial, pero real, de hacerles morder el polvo a los periodistas críticos del gobierno en en las páginas de ese diario.
Tráese este asunto a colación porque el Senado de la República ha resuelto avalar la despenalización de la calumnia y la difamación en medios difusores impresos o del espectro radioeléctrico (o hertzianos) o por la Internet. Ese es un paso trascendente.
Y es que, no obstante que las leyes mexicanas incluyen las figuras de la reparación del daño moral o rectificación pública de lo afirmado en un medio difusor, la penalización de los llamados delitos de prensa son una espada de Damocles.
Así es. Esa espera pende ominosamente sobre las cabezas de los periodistas, listas para caer y sobre éstos y decapitarlos; es decir, acallando voces críticas de cómo se ejerce el poder político en México. Ese ejercicio del poder es caprichoso e irracional.
Glosario:
Tangencial: Dícese de una idea, cuestión, problema, etc, que sólo parcial y no significativamente se refiere a una cosa.
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INFIERNILLO
Por Faustófeles
CIEN días en el gobierno
ha cumplido Calderón,
son cien días de retozón
gobernando en el verno.
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