Cuando un Peso era un peso...
Por Fausto Fernández Ponte
"CUANDO yo era joven, con un peso se compraban muchas cosas", nos escribe el caro leyente Juan Carlos García González, quien nos lee en SimiInforrma tomado en una farmacia del Doctor Simi.
"Un peso era entonces un pesotote"; recuerda. "Los alimentos que se compraban se pagaban con centavos: el pan, la tortilla, los huevos, la carne, el pollo o el pescado y las frutas y verduras".
Don Juan Carlos menciona que "hace 50 años, uno no compraba pantalones o camisas hechas, sino que se mandaban a hacer; igual era con la ropa de mujer".
"Acabo de leer en el periódico que el ingreso por persona en México se ha estancado desde 1990, mientras que el poder adquisitivo de dicho ingreso ha mermado más de un 70 por ciento", dice.
Nos informa que pensé escribirle al periódico en el que leyó esa noticia --cuya fuente es el Banco Nacional de México--, pero desistió "pues no creo que publiquen mi punto de vista".
Explica: "Le escribo a usted porque veo su foto en el periódico del doctor Simi y me pareció que usted es como de mi edad y entenderá lo que le digo y se lo transmitirá a sus lectores".
Prosigue el leyente: "Tengo 75 años de edad y cuando tenía 25 --hace medio siglo-- tuve conciencia de que un peso era un pesote. Hoy no vale nada, pues equivale a diez centavos en términos reales".
Y añade: "Yo empecé a trabajar desde muy joven, pero le hablo de cuando yo me casé y descubrí por ese motivo que debía cuidar cada centavo en el uso que se le da al ingreso familiar".
"En ese tiempo, un centavo valía lo que hoy vale un peso. Es más, hoy ni siquiera hay centavos; la gente menor que yo no ha visto jamás un centavo de peso mexicano", agrega.
También nos dice don Juan Carlos: "Yo soy de oficio carpintero, el cual ejercí desde que terminé mi escuela Preparatoria, pues ya no quise estudiar alguna carrera".
Describe: "Mi papá tenía una carpintería en un local anexo a la casa en donde vivíamos, de modo que terminando la "Prepa" me incorporé de tiempo completo al negocio familiar...
"En el negocio familiar estuve 33 años, desde que tenía 18 hasta que cumplí 51, cuando dejé a mi hermano menor como encargado para poder yo aceptar un empleo como gerente de una maderería...
"En la maderería me pagaban cien pesos diarios, o sean unos tres mil pesos mensuales, suma la cual, hace 50 años, alcanzaba para vivir muy bien, sin apuros y sin angustias...
"Hoy tres mil pesos mensuales son dos salarios mínimos, más o menos, y no se puede vivir con esa cantidad. Los precios suben, pero el ingreso baja y además el peso ha perdido su poder de compra...
Concluye: "Un peso de antes --en 1950-- era como cien pesos de hoy. Ya le quitamos tres ceros y aun así sigue depreciándose nuestro peso. ¿A dónde iremos a dar? Al fondo del abismo".
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