jueves, octubre 12, 2006

TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA

Oaxaca Internacional


LA convulsión social oaxaqueña no es, desde luego, un
fenómeno de alcance local, sino nacional y, dada su
importancia, también internacional. Eso es insoslayable.

Nótese que Oaxaca tiene importancia que trasciende las
fronteras de México, como región con perfiles históricos,
étnicos y culturales propios y, por añadidura, fuertes.

Meca de cierta clase de turismo internacional --el
cultural e histórico--, Oaxaca posee una personalidad única
que la distingue del resto de los Estados Unidos Mexicanos.

Es de señalar la salvedad que, por supuesto, cada estado
mexicano es único en cuanto a personalidad y atractivos
turísticos. Ello explica, precisamente, el Pacto Federal.

Cada estado mexicano es un país en sí mismo. Aun los más
pequeños --Tlaxcala, Colima, Nayarit-- son, por su unicidad,
países en sí mismos, con laya propia.

Casos en punto: Chiapas, Yucatán, Veracruz, Puebla,
Guerrero, Guanajuato, Jalisco, entre varios más. Confirma la
denominación formal de México: Estados Unidos Mexicanos.

Y no huelga reiterar que México es, en lo jurídico y
político, así como en lo cultural, una federación de países
identificados, culturalmente, por su mexicanidad.

En Oaxaca, esa personalidad es abrumadora, omnipresente,
lo cual constituye un atractivo mayor en el mercado turístico
mundial. Nótese que también atrae turismo de playa.

Tiene, pues, Oaxaca, historia --cuna de Benito Juárez y
Porfirio Díaz--, arquitectura prehispánica y colonial,
monumentales árboles milenarios y cocinas virtuosísimas.

A esa trascendencia nacional e internacional de Oaxaca
contribuye en gran medida su emigración. La diáspora
oaxaqueña es cada vez más gruesa, constante y creciente.

Oaxaca está, pues, por sus hijos, en todo nuestro país y
en Estados Unidos, en donde su presencia fortalece cultural y
demográficamente a la comunidad mexicana.

En México, en el municipio de Nezahualcóyotl --o Neza--,
situado en el Valle de México y la conurbación de la capital
federal y territorio y mexiquense, los oaxaqueños son mayoría.

De hecho, Neza es la ciudad oaxaqueña más densamente
poblada, siguiéndole, desde luego, Los Angeles, en el estado
de California. La ciudad de Oaxaca, la antequera, es tercera.

Y dada esa presencia de millones de oaxaqueños dispersos
por todo México y asentados en EU, la convulsión social local
tiene repercursiones profundas. Como de sismo.

En efecto. Los oaxaqueños en EU, siendo --como son-- parte
intrínseca del pueblo de Oaxaca-- han expresado sin cortapisas
su apoyo a la lucha social en éstas tierras.

En ese contexto se entiende como actuación lógica y
natural los contactos de la Asamblea Popular de los Pueblos
de Oaxaca (APPO) con coterráneos oaxaqueños en EU.

Así, representantes de la APPO han sido invitados a
reuniones de mexicanos --no solamente oaxaqueños-- en EU para
informar acerca del proceso social que sacude a Oaxaca.

Organizaciones sociales, culturales y políticas de
mexicanos --informan los diputados federales perredistas José
Jacques Medina y Othón Cuevas-- realizan esas reuniones.

Cabría añadir que esta internacionalización del alcance e
impacto de la lucha social oaxaqueña deviene en plusvalía
política para la APPO y sus representados.

Esa plusvalía política se representa en que la difusión
exterior de lo que ocurre en Oaxaca sensibiliza a la opinión
pública estadunidense acerca de la represión gubernamental.

Esa represión no es una amenaza futura, sino una
concreción presente. El Estado mexicano se resiste a aceptar
las demandas populares en Oaxaca y, en general, en México.

La estrategia de la APPO merece, en ese sentido, el apoyo
de los mexicanos, pues la represión gubernamental, militar y
policiaca, se está dando en varias modalidades.

Además, esa sensibilización del sentir público
internacional es una forma de romper el cerco mediático, de
distorsión y desinformación, con respecto al caso oaxaqueño.

La APPO le señala el camino a la movilización social para
la resistencia civil contra el fraude electoral y la
imposición de Felipe Calderón como presidente de México.

Ese camino tiene por moraleja la de que es desde el
exterior --desde fuera-- sonde es posible romper el cerco
mediático aquí.

Ese cerco mediático --instrumentado por los medios de
difusión de la oligarquía y la plutocracia-- limita el
alcance del mensaje de Andrés Manuel López Obrador.

Esto nos acerca a la propuesta siguiente: que el señor
López Obrador viaje a Estados Unidos, Canadá, España y países
de europeos y del sur para sensibilizar a la opinión pública.

Al señor López Obrador le serviría mucho convocar la
experiencia de mexicanos con acervo vivencial en materia de
difusión en el ámbito internacional y en EU.

Viniendo del exterior, la información acerca de la lucha
social en México --la de Oaxaca incluida--, los mexicanos
tendríamos acceso a materiales informativos más veraces.

Hoy, la tecnología de las comunicaciones crea condiciones
que, a su vez, sugieren las tácticas a seguir, sin descuidar
--esto es asaz importante-- la difusión impresa.

Esta, pese al portentoso desarrollo tecnológico en
difusión simultánea de voz, textos, datos e imágenes-- posee
continúa teniendo en México una importancia estratégica.

Véase: sólo el 9 por ciento del total de mexicanos tiene
acceso a internet, pues el grueso de nuestra población no
usa, por su pobreza en grado variopinto, ese medio.

Según sondeos realizados por la cooperativa El Grito de
Yanga en los confines de la resistencia civil, en septiembre,
sólo el 0.7 por ciento de los participantes usa internet.

Esta muestra nos indica que el grueso del pueblo de México
se informa no sólo por la radio --de mayor alcance-- y la
televisión, sino también por la prensa.

En el caso de la movilización social --la resistencia
civil contra el fraude electoral y la imposición-- y la lucha
social en Oaxaca, la difusión es un intangible estratégico.

Pero es la APPO la que exhibe un activismo dinámico para
romper el cerco mediático y acceder a estadios de la difusión
de largo alcance para llegar a mayor número de mexicanos.

La internacionalización del conflicto social oaxaqueño
puede ser, cabría añadir, una inyección de energía a la
resistencia civil, posible por sus afinadades orgánicas.