Asimetrías
Futuro del PRI
Por Fausto Fernández Ponte
Ambas naciones son falsas. Empero, en el discurso y la retórica y, obviamente, en la propaganda e incluso en las acciones de política se insiste en esas falacias.
¿Por qué son falacias? Porque el PRI fue fundado en 1946 con un afán de refundación para borrar su filosofía y, ergo, su ideología y, desde luego, premisas de su quehacer.
Ante esos datos duros, el PRI gobernó bajo sus siglas desde 1946 a 2000; es decir, medio siglo, no siete décadas. Pero ideológicamente continúa gobernando bajo otra sigla.
El PRI nació bajo la simulación de una hilación ininterrumpida --un continuum-- por singladura nueva, hacia la derecha en el espectro de las cosmovisiones mexicanas.
Así, esa simulación filosófica, ideológica y política disfrazó, mediante una combinación cínica y grotesca de gatopardismo y camaleonismo, se extendió hasta el 2000.
Se simuló, por ejemplo, que el PRI había devenido del Partido de la Revolución Mexicana, creado, a su vez, por Lázaro Cárdenas en 1938, para sustituir a otro.
Y ese otro fue el Partido Nacional Revolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles con el propósito de aglutinar bajo una misma bóveda a las diferentes facciones.
Fue el entonces Presidente Miguel Alemán Valdés quien dispuso la fundación del PRI, el cual suele referirse en efemérides cada vez más deslucidas, a su génesis en el antaño.
De esa guisa, el PRI usurpó el manto revolucionario que, según la subcultura del priísmo, le fue legada por Plutarco Elías Calles, icono de la Revolución Mexicana.
Así, para el PRI Calles fue su fundador, aunque no lo haya sido en estricto rigor filosófico, ideológico y político ni en términos de nomenclatura lo sea realmente.
El progenitor verdadero del PRI fue Alemán, no Calles. A este se le atribuye esa fundación por la dialéctica de la inferencia válida y conservar una pátina de revolucionarismo.
Esa fundación tuvo, sin duda, antecedentes: El presidencialado de Manuel Avila Camacho, predecesor de Alemán Valdés, quien sucedió a Cárdenas.
Esta descripción --que no deja de ser una exégesis de la historia-- nos conduce a la tesis de que con la creación del PRI la revolución se trueca en contrarrevolución.
Ello nos identifica un contraste macabro: La contrarrevolución fue diseñada, realizada --es decir, aplicada-- por los herederos de la revolución.
Y nos confirma un verismo histórico: Los hijos de los revolucionarios suelen ser contrarrevolucionarios. Alemán era hijo de un revolucionario, Miguel Alemán González.
Y el nieto de Alemán González e hijo de Alemán Valdés, cierto Miguel Alemán Velasco, es un icono banal e inútil de lo muy parásita alta burguesía mexicana.
Por ello, la transición --en realidad, sólo una transmisión-- del poder formal en 2000 fue tersa, precedida por un proceso electoral dominado por inducción artificiosa de la conducta cívica colectiva.
En efecto. Un Presidente de la derecha contrarrevolucionaria, Ernesto Zedillo, transfirió sin incidentes el poder a otro, Vicente Fox.
El señor Fox es, desde luego, de la derecha, mas no devino secuencialmente, como el señor Zedillo, de un capullo pseudorrevolucionario a uno contrarrevolucionario.
El señor Fox siempre fue un individuo opuesto a la Revolución Mexicana --canceló la celebración, cada 20 de noviembre, del inicio de ésta-- y al liberalismo mexicano.
Y no disfrazó ni ocultó su presidencialado bajo atuendos revolucionarios. Se mostró de derecha desde el primer día, aunque en su campaña usó un engañoso lenguaje progresista.
El PRI empezó a perder elecciones presidenciales en 1988 --aunque en 1982 se barruntaban esas derrotas-- pero su caída estrepitosa ocurrió en 2000.
Estos hechos cobran actualidad porque el PRI, tras el fiasco electoral el 2 de julio, renovará directiva, pero los aspirantes a presidirla son adalides de la contrarrevolución.
Glosario:
Barruntaban: Del verbo barruntar. Sospechar, presentir o prever por algún ligero indicio.
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