martes, diciembre 05, 2006

TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA

Asimetrías

Ideal de Representatividad

Por Fausto Fernández Ponte


I
QUE la forma de organización política en México es democrática antójase falacia a la luz de los hechos contundentes y lapidarios de la realidad.

Para empezar, el gobierno de México no es del pueblo. Dicho de otro arreo, el pueblo no participa en la conformación del gobierno. El pueblo no gobierna.

Tampoco participa en diseñar y aplicar las políticas del gobierno. Su sentir y su parecer, aparentemente expresado en las urnas, no es incorporado en el quehacer gubernamental.

Sin embargo, pese a que el pueblo no gobierna, se simula --mediante el proceso electoral-- que tiene voz en el ejercicio del poder formal. Esta es la realidad más cruda.

El gobierno, al no ser del pueblo, tampoco es de muchos ni de multitudes ni mucho menos de todos. Es un gobierno de unos cuantos. El gobierno en México es de una minoría.

Minoría electoral, por un lado; minoría política, por otro. Felipe Calderón fue elegido --en lo formal-- por una minoría de 15 millones de un total de casi 72 millones.

Para algunos mexicanos, eso es democracia: que los votantes --en este caso, unos 42 millones-- hayan repartido sus sufragios entre cinco candidatos "oficiales".

Esos candidatos oficiales tiene este carácter porque, según la ley, fueron postulados por partidos políticos y no por la ciudadanía organizada independientemente.

II

Las candidaturas independientes a la Presidencia de la República, pese a su insoslayable constitucionalidad, fueron rechazadas por los tribunales, incluyendo la Suprema Corte.

La argumentación jurídica de ese rechazo es dudosísima, rayana en la sofistería y el doble lenguaje leguleyo que responde, desde luego, a una exégesis duplicitaria.

Ello señala, precisamente, que en México la democracia como forma general de organización política no existe. Lo que existe es otra cosa, a nuestro ver monstruosa.

En efecto. Lo que existe es una simulación que sustituye a la democracia como forma general de organización política por una forma electoral de democracia. Ello es un verismo.

Esa forma electoral tiene vicios de origen --como el del rechazo a las candidaturas independientes, entre muchos otros-- que se reproducen a sí mismos. Es un ritual falso.

Esto nos conduce a la percepción de muchos mexicanos de que la atomización del sufragio comicial entre cinco candidatos "oficiales" es una muestra de democracia real.

Es, precisamente, lo opuesto. ¿Por qué? Porque el "triunfador" no es, en realidad tal, en el sentido de que al "triunfar" recibe un mandato de la ciudadanía en pleno.

No. Recibe un mandato sólo de quienes votaron por él, como es el caso del señor Calderón. Los demás votantes, un grueso mayoritario, le negaron su voto; es decir, su anuencia.

III

¿Significado de ese hecho factual del desenlace electoral del 2 de julio? Uno muy profundo: don Felipe "triunfó" en una lid que ignora el meollo de la democracia como forma general.

Y ese meollo vero de la democracia como forma general de organización política es el de la representatividad que deviene de un consenso social y un mandato ciudadano amplio.

Así, don Felipe --quien al decir del Tribunal Electoral obtuvo medio punto porcentual más que Andrés Manuel López Obrador-- lleva únicamente el mandato de sus votantes.

Presidente, pues, de minoría. Quienes no votaron por él y sí por otros candidatos y aquellos que se abstuvieron de votar son mayoría. Y no han salido a la calle a apoyarlo.

Por supuesto, aduciríase, esas son las reglas de un juego al que todos los candidatos aceptaron someterse. Pero ello no le otorga representatividad a quien resulte triunfador.

Trátase, no huelga subrayarlo, de representatividad moral, distinta de la jurídica, en el contexto de una realidad política en la que el andamiaje legal difiere del social.

Ese hecho --15 millones a favor, 27 millones en contra-- no es, de modo alguno, fidelidad democrática. Aplícase el rasero no sólo a don Felipe, sino a a todos los candidatos.

Asúmase sin conceder que el señor López Obrador hubiese sido declarado Presidente Electo por medio punto porcentual (o más). ¿Qué ocurriría? Tampoco tendría un mandato pleno.

Tendría don Andrés Manuel, como lo tiene don Felipe, un mandato parcial, el de sus votantes, aunque el total de éstos habría sido, según ciertos cálculos, de 18 a 21 millones.

Glosario:

Lid: Lucha, combate o enfrentamiento.

Rayana: Semejante o muy parecido a algo.


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INFIERNILLO

Mecha Corta

Por Faustófeles

QUE Calderón es buen tipo,
dícese en círculos panistas.
Sin duda. Mas tiene aristas,
mecha corta y mal equipo.
EDITORIALITO

Costo Político

Por Edi Torcito

¿Cuál será el costo político para Felipe Calderón como Presidente de la República por la represión de los anhelos legítimos --constitucionales incluso-- del pueblo de Oaxaca? Cualquier respuesta a esta interrogante no puede soslayar que a don Felipe millones de sus coterráneos lo consideran un mandatario espurio y, por añadidura, pelele de intereses creados ajenos a los del pueblo de México. Dada esa premisa, la respuesta tiene que plantearse no sólo en conjugación en tiempo futuro, sino presente, de aquí y ahora. Por ello, pensamos que el costo político ya le está siendo facturado al Presidente, pues ejerce el poder mediante la fuerza utilizada ora disuasivamente y ora como herramientra de amedrentación e intimidación a cualesquier expresiones de demandas populares por todo el país. El hecho de que el PRI se haya aliado al PAN y hacer posible el acto de juramentación constitucional del nuevo Presidente nos indica que el sátrapa y corrupto gobernador oaxaqueño continuará en su puesto, agraviando aun más a los habitantes de ese mártir estado. Ese costo político se traducirá --se traduce ya-- en que el flamante primer mandatario será rehén de los gobernadores priístas. Ello le exigirá esfuerzos para mantener un equilibrio precario en las relaciones de poder en las que no participa una vertiente popular gruesa, la que se expresa en movilizaciones sociales de resistencia civil. Esa resistencia es fuente de inestabilidad en el país y reduce el alcance político del gobierno que, para prevalecer, usará más y más la violencia legal, pero inmoral, la que por definición desprivilegia a la política.
TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA


Sobre la Brecha


Nuevo Periodo Constitucional

Bajo Protesta del Pueblo


Por Andrés Amador Mena

EN el inicio de un nuevo periodo constitucional formalizado el próximo pasado primero de diciembre en el marco de una brevísima como inusual y complicada toma de protesta constitucional bajo la protesta firme y encendida de los ciudadanos diputados y senadores del Partido de la Revolución Democrática, asi como de Convergencia y el Partido del Trabajo, los mexicanos nos adentramos en lo que será la fase superior y decisiva de la lucha por la conciencia de la nación y su destino.


La lucha como ya lo hemos visto a lo largo del reciente proceso preelectoral, electoral y postelectoral no durará mas allá de los tres años que en el siglo diecinueve fueron suficientes para una ensangrentada y terrible Guerra de Reforma que fue una especie de lucha fraticida y guerra civil entre liberales y conservadores que terminó con la restauración de la república y el fortalecimiento de la nacionalidad bajo el liderazgo de uno de los hombres más grandes y excelsos de la humanidad mexicana como lo fue y lo es don Benito Juárez García.

Tres años con sus dias y sus noches serán suficientes para que la misma naturaleza de las cosas termine por inclinar el peso de la balanza a favor del pueblo y de su gran destino trabajosamente elaborado desde los días históricos que hicieron posible la fundación del gran México Tenochtitlán en el año de 1325.

Felipe Calderón Hinojosa, presidente legal y constitucional de los Estados Unidos Mexicanos asi sancionado por el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México asi sancionado por una multitudinaria e histórica Convención Nacional Democrática, pudieron haber llegado a un acuerdo o avenimiento en los 121 días que mediaron entre el dos de julio y el primero de diciembre que de acuerdo con el artículo 83 constitucional marca el inicio del ejercicio presidencial que durará seis años, pero es muy claro que si no lo hicieron no fue tanto por la falta de voluntad, sino por la gran diferencia no solamente de sus respectivas personalidades sino de sus programas y proyectos, de sus principios e ideologías, y desde luego, de las promesas y compromisos establecidos con sus quince millones de seguidores respectivamente.

A partir de ahora en todos los planos de la vida política no solamente nacional sino internacional comenzará a llevarse un registro puntual y exacto de lo que ambos contendientes son capaces de hacer en los hechos para la consecución de sus objetivos, y de todo lo que se vaya acumulando en el debe y en el haber de cada uno habrá en todas las partes de la patria nuestra, un debate muy amplio y profundo que en algun momento del tiempo que viene lentamente, pero viene, se traducirá en estremecedoras, espléndidas y extendidas manifestaciones a favor del que mejor esté haciendo las cosas en la lucha por la conciencia nacional y nuestro gran destino como sociedad mexicana profundamente comprometida con los grandes valores de la libertad y de la justicia, asi como de la igualdad y de la felicidad común.

Para ninguno de los dos indubitablemente, no hay ni habrá tiempo de gracia como lo tuvo Vicente Fox por toda una variedad de circunstancias internas y externas, y por ello en ambos casos tendrán que trabajar minuto a minuto, día tras día, sin denuedo y sin descanso, como en las guerras precisamente, y en las cuales por cierto la clave de todos los fracasos es hacer las cosas demasiado tarde, que es decir fuera de tiempo, y en la inteligencia de que en la política -como le dijera el ex presidente ruso Gorbachov al Dr. Kissinger- es más facil saber en que esta uno equivocado que saber en que esta uno en lo correcto.

En ambos casos, como lo dijera Franklin Delano Roosevelt en las difíciles condiciones de hambruna y desempleo en los Estados Unidos de la gran depresión de 1929, y como les dijera Mirabeau a los conservadores en las condiciones tremendas de la lucha revolucionaria de 1789, deben tener presente lo siguiente: "LO UNICO QUE DEBEMOS TEMER AQUÍ ES EL MIEDO. PRECISO ES IR ADELANTE Y NO DESTRUIR SINO AQUELLO QUE SE PUEDE SUSTITUIR".

Deben tener presente, asimismo, que el inicio de un nuevo periodo constitucional bajo protesta y en el marco de un país profundamente escindido y a la deriva desde hace algunos años por la acumulación de errores, lo mismo dolosos que imprudenciales, de los hombres que nos han gobernado en las últimas tres décadas por lo menos, es una pesada e imposible responsabilidad en un marco constitucional ordinario con presupuestos cada día mas limitados, por lo cual, en su momento y por los caminos constitucionales establecidos en una nueva Carta Magna convenientemente reformada en su parte orgánica, habrá que ir hacia un marco constitucional extraordinario a partir del cual se haga todo lo debido para el bienestar general de la población en su conjunto, y no solo para unos cuantos como sucede ahora.

visiondeestado@hotmail.com

TEMA TRASCENDENTE DEL DÍA

Asimetrías

Democracia, Otra vez

Por Fausto Fernández Ponte

I
¿QUÉ es una democracia? O por mejor plantear la pregunta, ¿qué define a una democracia? Esta interrogante nos lleva a otras: ¿Vivimos en una democracia? ¿Hay democracia en México?


O, si los mexicanos vivimos en una democracia, ¿es ésta verdadera y real o sólo una a medias o únicamente simulada? Si votamos, ¿somos por ello una democracia?

Antes de soltarle a los caros leyentes un opinión personal remitámosnos al origen de la palabra castellana democracia, la cual ha sido tomada del latín tardío democratia.

A su vez, el vocablo es la composición de dos voces griegas que significan pueblo y gobierno, el cual deviene de una superposición histórica de varias nociones.

Así, nos dice la historia, en la tradición aristotélica se esbozaron tres formas puras de gobierno: monarquía, aristocracia y democracia.

La democracia era, según esa tradición, el gobierno del pueblo o el gobierno de muchos, el gobierno de la multitud o, si traemos al plano de la utopía, el gobierno de todos.

Desde luego, esa noción es inaplicable hoy. Ningún gobierno en el mundo es de todos, aunque sí lo sea de una mayoría del pueblo o de muchos o de una multitud.

Empero, la realidad sociopolítica nos demuestra una y otra vez que son muy pocos los gobiernos surgidos de una gran mayoría incontrastable e insoslayable. Caso en punto: México.

II

En efecto, el gobierno de México --el que preside Felipe Calderón-- es uno de minoría muy minoría, lo cual socava la noción central misma de gobierno de muchos.

El gobierno de México es uno sin consenso, además de que existe como una imposición derivada de ciertas decisiones del Poder Judicial que millones de ciudadanos consideran aviesas.

Por añadidura, esos millones de ciudadanos consideran que, a resultas del desenlace opaco del proceso electoral, el andamiaje institucional no se corresponde con la realidad.

Dicho de otro arreo: ese andamiaje --instituciones del Estado, incluyendo las de carácter electoral-- no son ya la consecuencia de un contrato social. Carecen de consenso.

Pero no nos desviemos del tema. Sobre la base de nociones aristotélicas, el pensamiento revolucionario francés en el siglo XVIII atribuyó al pueblo regir los destinos sociales.

De esa guisa los revolucionarios franceses forjaron el concepto de soberanía nacional. A seguidas vino, a comienzos del siglo XX, el fenómeno llamado rebelión de las masas.

Con la rebelión de las masas surgieron la extensión de los derechos políticos y, más tarde, económicos hacia sectores cada vez más amplios de la población.

Así fue integrándose el concepto de democracia, según nos dice Rodrigo Borja, quien señala que no obstante el lenguaje político es subjetivo y ambiguo.

III

"Muchas de las palabras usuales en la política tienen más de un significado y presentan, por lo mismo, dificultades de definición", afirma este célebre politólogo, el señor Borja.

"Hay razones históricas e ideológicas para ello", añade. "Las palabras han sufrido los vaivenes de la tormentosa historia política y han sido sometidas a cambios drásticos", precisa.

Esas razones, añadiríamos, están ligadas a las ideologías políticas y a sus distintas cosmovisiones. Esto explica la ambigüedad de muchos vocablos, como democracia.

El vocablo ha sufrido una suerte de erosión semántica por el uso indiscriminado que de él hicieron teóricos y políticos de las más diversas vertientes ideológicas.

Ello nos exhibe un paisaje asaz variopinto: La Historia no conoce la democracia en general. Existen formas concretas de democracia, cuyo contenido depende de otros agentes, a saber:

Uno, el carácter del régimen social (democracia esclavista, feudal, burguesa y socialista). Aquí prevalece una democracia burguesa, con atavismos de feudalismo y casi esclavitud (de menores y sexual).

Otro, en la conformación clasista de la sociedad --como la mexicana--, la democracia constituye el control del poder por la clase dominante y es utilizada en interés de ésta.

Y una más, a la forma burguesa de democracia le es cada vez más difícil detener el empuje creciente de la lucha de clases mediante formas democráticas. Tal es el caso de México (Oaxaca, la Resistencia Civil, etc.).

faustofeles1@yahoo.com.mx
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Glosario:

Aviesa: Perversa, premeditada, con intención malévola.

Esbozar: delinear, preparar.

Utopía: Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.

INFIERNILLO

Democracia

Faustófeles

--¿QUÉ es democracia? --inquieren.
--Gobierno del pueblo --dicen.
--No. Es de pocos --otros desdicen.
--No. Es consenso que infieren.

EDITORIALITO

Bajar Sueldos

Por Edi Torcito

EL Presidente Felipe Calderón, considerado espurio por millones de mexicanos dadas las veleidades leguleyas del Tribunal Electoral que rechazó contar voto por voto para transparentar la elección y disipar sospechas de un presunto fraude, ha dispuesto reducir en un diez por ciento su salario y el de sus secretarios de despacho. Esa disposición tiene un tufillo demagógico y, sin duda, populista, además de que hace suya una propuesta de Andrés Manuel López Obrador, quien como jefe de gobierno del Distrito Federal redujo en un 50 por ciento el salario de sus colaboradores. La demagogia calderonista se manifiesta por sí misma: si el Presidente gana 250 mil pesos al mes, percibirá 25 mil pesos menos cada mes, pero su salario será 250 mil pesos, suma la cual es ofensiva para la inmensa mayoría de los mexicanos que ganan el salario mínimo --poco más de mil pesos mensuales-- y que vive bajo el umbral de la pobreza, la marginación y la miseria. Un secretario de despacho, cuyo salario es de 150 mil pesos, percibirá 135 mil pesos, suma que también es ofensiva a los mexicanos empobrecidos por las políticas del gobierno. Una de las primeras decisiones del señor Calderón se antojan simuladoras y engañosas. ¡Qué mal!