INFIERNILLOComandante Supremo
Por Faustófeles
HEMOS visto a Calderón
de alto militar vestido:
parece contrasentido
como mílite de cartón.
EDITORIALITOControl de Precios
Por Santos Oaxaca
EL secretario de Economía, Eduardo Sojo --quien en 2000, como miembro del equipo de transición de Vicente Fox quiso echar a patadas a José Angel Gurría como secretario del despacho de Hacienda de Ernesto Zedillo-- confirmó ayer, una vez más, la irresponsabilidad del gobierno que preside Felipe Calderón en materia de rectoría social: no se establecerá ningún control a los precios de los bienes y servicios de consumo necesario o básico. La decisión del secretario Sojo es congruente con las premisas del neoliberalismo que inspira las acciones del gobierno y que están orientadas, sin duda alguna, a la cesión de la economía mexicana a intereses del capital extranjero, particularmente de Estados Unidos y España, y de algunos empresarios mexicanos poderosos. El señor Sojo enunció con nitidez esa postura del gobierno calderonista al aludir al precio a la tortilla, que ya es de diez pesos por kilo, y que eventualmente podría aumentar hasta 15 pesos. La declaración del secretario anticipa una escalada mayor de precios, en detrimento de los intereses de la inmensa mayoría del pueblo de México. Mal augurio.
TEMA TRASCENDENTE DEL DÍAAsimetrías
Poder Coactivo
Por Fausto Fernández PonteI
EL Estado nos lo dice Antonio Gramsci en sus textos acerca de filosofìa y ciencia política-- es una hegemonía acorazada de coerción. Ese discernimiento exhibe certeza definitoria.
Y esa certeza deviene, precisamente, de la experiencia histórica y del acervo, casi siempre acérbico, de las vivencias en la evolución del hombre como ser político.
Señálese que Gramsci no sólo abrevó en Marx y Engels, sino también en Hegel, Ricardo, etcétera, para explicarse, por ejemplo, la razón del Estado y las teorías de la política.
En la cárcel, Gramsci tuvo tiempo de sobra para estudiar a esos economistas --clásicos y marxistas-- y hallarle explicaciones a las causales del fascismo.
Pero son sus planteamientos acerca del Estado y la política los que han trascendido hasta nuestros días con tal vigencia que nos permiten entender el proceso del poder formal.
En su nombrada obra Gramsci y la concepción de la sociedad civil, Norberto Bobbio señala que las ideas de aquél acerca de la naturaleza del Estado y la política "son sugerentes".
Y no es para menos. Gramsci dibujó con el vigor indeleble de la tinta china orígenes y razones de ser de la sociedad civil y definió su desarrollo y derrotero.
Gramsci acepta el postulado de Marx de que el Estado es una dictadura de clase, pero pensó que necesitaba ampliarse para dar cuenta de la naturaleza de esa institución.
II
Pero esa ampliación tenía un basamento filosófico sólido, pues Gramsci era, ante todo, un filósofo. Aplicaba la filosofía para comprender al poder y la política.
La ampliación del concepto de Gramsci acerca del Estado es secuela, a su vez, de una ampliación de la concepción de la filosofía, entendida ésta como una actividad de alta cultura.
Sin embargo, su condición de actividad de alta cultura no es óbice para que sea la herramienta ad hoc para comprender la concepción general del mundo y de la vida.
Las tesis de Gramsci han enriquecido el debate entre materialistas --y, ergo, los marxistas-- y los idealistas acerca de la política y el Estado y la sociedad civil.
Ese debate continúa librándose hoy, dadas las peculiaridades modernas de la institución del Estado que, en México, a nuestro ver, es un un caso emblemático.
En efecto. En México, el Estado y la política exhiben peculiaridades propias de una naturaleza ajena a los intereses reales y estratégicos de la sociedad civil.
Componentes centrales en la tesis de Gramsci son los conceptos de hegemonía e intelectuales, que este filósofo describe con arreglo al trabajo pionero de Maquiavelo.
El concepto gramsciano de hegemonía consiste en la absorción de la sociedad política en la sociedad civil. Ello, como bien sabríalo el caro leyente, no ocurre aquí.
III
Ese fenómeno --la absorción de la sociedad política en la sociedad civil--, es conocido como estatolatría, la cual no es un fin en sí misma, sino que tiene otro propósito.
Y ese propósito --el de la estatolatría-- es el de procurar su propia extinción creando condiciones para ello. Así se alcanza, entonces, la hegemonía.
Sin embargo, la estatolatría puede también ser negativa --o reaccionaria-- en el sentido de una clase que ha perdido su hegemonía tiende a perpetuarse en el poder.
¿Y el concepto de intelectuales? Para Gramsci es "todo el estrato social que ejerce funciones organizativas, en lo más amplio, en la producción y la polìtico-administrativo".
En México, la clase trabajadora --cuya definición es muy clara comparada con la de los países capitalistas avanzados-- carece precisamente de esos intelectuales.
Y sólo la burguesía --a la que el Estado sirve por imperativos de clase-- posee, a la fecha, ese monopolio de organizar la producción y lo político-administrativo.
Gramsci sólo describe una realidad, pero sus descripciones nos plantean implícitamente propuestas para que el Estado --el de una clase dominante-- sufra metamorfosis cualitativa.
Esa metamorfosis no vendrá del cielo. Tampoco nos será dada gratuitamente. Habría que promoverla, en una estrategia para realizarla. Ese es el reto de la izquierda en México.
Glosario:
Acérbico: Calidad de acerbo. Cruel, riguroso, desapacible.
Derrotero: Camino, rumbo, medio tomado para llegar al fin propuesto.
Hegemonía: Supremacía que un Estado ejerce sobre otro. Supremacía de cualquier tipo.
Obice: Obstáculo, embarazo, estorbo, impedimento.
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INFIERNILLOInformados
Por Faustófeles
A Michoacán y Tijuana
el Ejército llega presto:
no halla narco dispuesto.
Mas ¿quién le avisa con gana?
EDITORIALITO
Curas Pederastas
Por Santos Oaxaca
EL fenómeno de la pederastia en la Iglesia Católica y, en general, en las instituciones cristianas --protestantes, ortodoxas, otras vertientes del catolicismo, etcétera-- ha existido desde hace siglos, consecuencia, diríase, de la cultura propia de la religión organizada con fines ajenos a los de intermediar verdaderamente entre los fieles y los seres supremos que supuestamente crearon al universo y a los seres vivos. Esa es una cultura de la simulación, del doble discurso, del secretismo y los rituales misteriosos, los cuales establecen normas que reprimen la naturaleza de esa burocracia de la religión organizada como negocio o con fines de poder político y económico, tal como nos lo muestra, no sin elocuencia, la propia historia de la humanidad. Empero, la pederastia y otras aberracioens sexuales que caracterizan la vida monacal son delitos que no deben ser atendidos únicamente por las autoridades eclesiásticas, sino por las civiles. Tal es el caso del cura Nicolás Aguilar, protegido del cardenal Norberto Rivera, a quien se le busca sancionar canónicamente, a fin de evitar que sea juzgado por la ley civil. La pederastia, si hay denuncias (como en el caso del cura Aguilar), se persigue de oficio, por lo que las autoridades mexicanas deben atraer esta manifestación delictiva tan grave que, por otro lado, no es ajena al proceso de descomposición de la religión organizada y, cabría decirlo también, de la propia sociedad.